La AfD reclama su cuota de poder en el Bundestag

Berlín (Euractiv.de/.es) –  La formación de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), el segundo partido más fuerte del Parlamento alemán, está dando la batalla para intentar obtener algunos de los principales puestos clave en las distintas comisiones parlamentarias. Pero la tarea no será fácil.

Alternativa para Alemania no es un partido al uso, y a pesar de tener casi una cuarta parte de los escaños en el Bundestag, fue marginada otra vez este miércoles durante la formación de las distintas comisiones de la Cámara, tras las elecciones de febrero, en la que se impuso la democristiana CDU (PPE) del canciller, Friedrich Merz.

En lo que es ya un ritual familiar en Berlín, los diputados se saltaron las convenciones para impedir que la AfD reclamara su  “botín electoral” (puestos de gran peso en las comisiones parlamentarias), con el argumento de que la formación ultra es demasiado extremista para recibir el mismo trato que el resto de partidos.

El partido ultra presentó candidatos para presidir seis de las 24 comisiones del Parlamento alemán. Se trata de comisiones ejercen gran influencia en la puesta a punto de las propuestas legislativas.

Las candidaturas para integrar las comisiones se distribuyen entre los partidos en función de su porcentaje de votos. Las candidaturas de la oposición se suelen aprobar por los diputados en votaciones anónimas.

Incluso Die Linke, partido socialista de extrema izquierda que obtuvo el 9% de los votos en febrero, consiguió dos puestos de presidente.

Pero los diputados de otros partidos se negaron a respaldar a los candidatos de la AfD, impidiendo así que el partido reclamara ningún puesto.

Los democristianos de la CDU recomendaron a los diputados que no apoyaran a los candidatos de la AfD después de que la agencia alemana de inteligencia designara oficialmente al partido ultra como grupo de extrema derecha a principios de este mes.

El jefe de filas de los socialdemócratas (SPD/S&D, socio de coalición de la CDU), Dirk Wiese, aseguró que los anteriores presidentes de comités de la AfD dañaron a  la institución con sus «comentarios incendiarios».

Los candidatos de la AfD fueron aceptados en un principio después de que en 2017 el partido de ultraderecha obtuviera escaños en el Parlamento. Pero la decisión de la AfD de proponer ese año a Stephan Brandner para presidir la comisión de asuntos jurídicos -a pesar de sus estrechos vínculos con el núcleo duro de la AfD- puso en duda ese método.

Apenas dos años después, Brandner se convirtió en el primer presidente de una comisión en la historia de la posguerra alemana en ser destituido de su cargo tras hacer comentarios incendiarios en Internet sobre los monumentos en memoria de las víctimas de atentados de extrema derecha.

Otros partidos también se han negado a apoyar a los diputados de la AfD para puestos clave, entre ellos el de vicepresidente en el Parlamento, lo cual conecta con la práctica habitual en el Parlamento Europeo de excluir a la extrema derecha de los cargos de relevancia en Estrasburgo.

El consenso hace aguas

Pero mantener a raya a la extrema derecha es cada vez más difícil. La AfD obtuvo el 20,8% de los votos en febrero. Desde entonces, la formación ultra ha llegado a ponerse en cabeza de algunas encuestas.

Pero el consenso de los partidos moderados en Berlín para evitar que los diputados de AfD logren obtener puestos destacados parece estar perdiendo fuelle después de que en las últimas semanas varios diputados de la CDU expresaran su disconformidad con esa estrategia.

El líder de los democristianos en el Parlamento, Jens Spahn, sugirió «tratar a la AfD como partido de la oposición de la misma manera que a cualquier otro partido de la oposición en términos de procedimientos y procesos».

Añadió que es necesario respetar a los votantes que apoyaron a la AfD en febrero.

Spahn sólo matizó sus palabras después de que el partido ultra fue catalogado de “grupo extremista”, una decisión ahora temporalmente en suspenso.

Difícil juego de equilibrio

Para intentar contrarrestar el creciente peso político de la AfD y el debilitamiento del centro ha sido necesario un complejo juego de equilibrios.

La CDU ha tenido que mirar a otro lado y abandonar parte de su prolongada aversión a Die Linke para intentar formar mayorías de dos tercios sin tener que pedir ayuda a la AfD.

Mientras tanto, las seis comisiones que habrían podido estar en manos de la AfD -incluidas las de presupuesto e interior– estarán ahora encabezadas por los vicepresidentes de otros partidos, una solución improvisada que fue también utilizada en la anterior legislatura.

La diferencia sustancial es que el problema se ha agravado desde entonces: la AfD ha duplicado con creces su cuota de escaños, lo cual le concede, sobre el papel, el derecho a reclamar la presidencia de más comisiones parlamentarias.

La nueva realidad ha obligado a hacer profundos retoques en el orden del día del Bundestag y aplicar cambios permanentes en su reglamento interno, además de sacar a relucir cuestiones espinosas como el acceso a recursos adicionales y el aumento de la remuneración de los presidentes suplentes.

A la CDU le preocupa sobre todo que la aplicación de ese “cordón sanitario” en la práctica  a la extrema derecha -y cómo estirar las normas para hacerlo- pueda acabar reforzando a la AfD.

En ese sentido, Johann Wadephul, ministro de Asuntos Exteriores de la CDU, advirtió el mes pasado de que bloquear a los presidentes de comisión de la AfD les ha permitido «mantener (al partido ultra) su estatus de mártires».

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(Editado por BTS/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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