Base aérea de Ämari (Estonia/Euractiv.com/.es)- Los altavoces de la única base aérea operativa de Estonia emiten un aviso simulado: «PRUEBA, PRUEBA, PRUEBA – ¡ALERTA DE ATAQUE AÉREO!»
Desde la señal hasta el despliegue, el puñado de cazas F-16 estacionados aquí tardaría aproximadamente 15 minutos en despegar para vigilar los cielos del Báltico y responder a posibles incursiones.
En el marco de la mayor maniobra militar de Estonia, Hedgehog 25, cerca de 16.000 soldados estonios y aliados de 10 países de la OTAN practican en un escenario simulado de tres semanas de duración: Las tropas rusas han iniciado una incursión a través de la frontera, desencadenando la cláusula de defensa mutua de la OTAN, y una lucha existencial por la región del Báltico.
El guión ensayado parece demasiado real en esta parte de Europa. En los últimos años han aumentado los incidentes entre Rusia y los países de la OTAN, entre ellos Suecia y Finlandia .
Esta semana, en plena maniobra, un caza ruso Su-35 violó el espacio aéreo estonio mientras una patrulla naval intentaba inspeccionar un buque de la llamada «flota en la sombra» rusa, creada para eludir las sanciones occidentales.
Funcionarios de defensa del Báltico confirmaron que el incidente obligó a la OTAN a retirar aviones F-16 portugueses de su misión de vigilancia aérea.
Una nueva realidad
«Es la primera vez que ensayamos los nuevos planes regionales de disuasión y defensa [de la OTAN], incluido el rápido redespliegue de unidades [internacionales ] en defensa de Estonia», explica Peeter Kuimet, director de cooperación internacional del Ministerio de Defensa estonio.
La estrategia renovada de la OTAN, que determina la respuesta de los aliados ante un posible ataque, sólo se logró acordar el año pasado.
Los planes de defensa anteriores preveían un enfoque denominado «trip-wire», en el que las tropas bálticas retrasarían un avance ruso a la espera de refuerzos de la OTAN.
Teniendo en cuenta las nuevas evaluaciones de las tácticas de Moscú, «los planes son ahora defender el territorio desde el primer momento», comenta Kuimet, lo cual significa que no se permitiría a los rusos avanzar ni un centímetro.
Desde las maniobras previas, apenas unas semanas después de la invasión rusa de Ucrania en 2022, la actual es la más aleccionadora hasta la fecha, y se basa en un par de sombrías lecciones extraídas de los últimos años.
Las autoridades estonias afirman que la guerra en Ucrania ha demostrado la voluntad de Rusia de arrasar lo que no puede sostener, y la casi imposibilidad de recuperar tierras firmemente ocupadas sin un coste inmenso.
«En Bucha vimos cómo los rusos tratan a los ucranianos, sus hermanos eslavos. No quiero ni pensar cómo tratarían a los bálticos, a los que siempre han considerado fascistas malvados», asegura Kuimet.
Tallin también está adoptando con más firmeza el concepto de la llamada «defensa total», es decir, la ampliación de la preparación más allá de la defensa militar a la defensa civil.
Paralelamente a las maniobras militares, esta semana se ha puesto a prueba por primera vez el renovado sistema de alerta de emergencias, con sirenas a todo volumen en todo el país.
La nueva red de 120 sirenas, instalada tras la invasión rusa de Ucrania cubre aproximadamente dos tercios de la población de Estonia.
Esperando al Tío Sam
Sin embargo, los ensayos sobre el terreno se ven ensombrecidos por las dudas sobre el futuro del viejo compromiso de Estados Unidos con la seguridad europea, en caso de que llegue su hora más oscura.
La capacidad de la OTAN para disuadir un posible ataque y contraatacar con suficiente poderío militar sigue dependiendo de los refuerzos norteamericanos.
Desde su regreso a la Casa Blanca, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha puesto en tela de juicio el compromiso de su país con la OTAN y ha suscitado dudas sin precedentes sobre la alianza. Las amenazas de Trump de retirar potencialmente unos 20.000 soldados de Europa alimentan esas inquietudes.
Las tropas estadounidenses brillan por su ausencia en las maniobras de este año, después de haber participado en ediciones anteriores. Los responsables europeos, al ser preguntados por la ausencia del «factor americano», se niegan a especular.
«Con este ejercicio hemos demostrado que las fuerzas europeas por sí solas son muy, muy fuertes y capaces de desempeñar esa función disuasoria contra Rusia», comenta el teniente coronel Huw Raikes, comandante de un contingente de tropas británicas destacadas en Estonia.
Puede que las fuerzas europeas estén preparadas para luchar, pero aún les faltan años para poder reemplazar las capacidades -poder aéreo abrumador, logística sofisticada, sistemas de satélites- que los estadounidenses pueden aportar en un eventual combate.
«Por lo que atañe a Estonia, en un futuro previsible es impensable la defensa de Europa sin la aportación estadounidense», admite Kuimet.
Mientras tanto, Europa espera que su creciente voluntad de invertir más en defensa apacigüe algunas de las frustraciones de Washington y mantenga el compromiso de los norteamericanos.
Incluso una reducción controlada de la presencia militar estadounidense en Europa debe ser un «esfuerzo racional, planificado y combinado» para evitar lagunas de capacidad, argumenta Kuimet, al tiempo que subraya que no se puede producir simplemente por un capricho de Trump.
«Por lo que oímos de nuestros homólogos estadounidenses, así es como lo ven ellos también», añade.
Búnkeres y alambre de espino
Los estonios también se están atrincherando, literalmente. En los próximos cuatro años, Tallin prevé gastar 500 millones de euros en infraestructura militar, incluidos 600 búnkeres de hormigón armado a lo largo de su frontera oriental.
Se están almacenando grandes cantidades de alambre de espino, trampas para tanques y minas terrestres para su rápido despliegue.
También hay planes para construir una nueva base militar en Narva, el puesto de vigilancia más oriental del país, en la frontera rusa, para 2027. Una vez lista, albergará un contingente permanente de varios centenares de soldados.
Los preparativos de Estonia no son simbólicos.
El servicio de inteligencia del país advirtió recientemente de que Rusia está preparando planes para formar nuevas unidades militares cerca de la frontera. Los espías estonios advierten de que Moscú podría desviar su atención hacia el norte de Europa una vez que termine la guerra en Ucrania.
En ese sentido, Narva ha sido una especie de punto álgido en las disputas fronterizas.
Hace un año, las autoridades rusas retiraron 24 de las 50 boyas fluviales que marcan la frontera.
Sin embargo, la militarización de la ciudad fronteriza es controvertida, sobre todo porque es un centro para la importante minoría rusoparlante de Estonia.
El alcalde de Narva, Katri Raik, tiene una difícil tarea entre manos, ya que el apoyo a esos planes entre los residentes es escaso. Muchos temen que acaben siendo daños colaterales en caso de guerra.
Los funcionarios estonios insisten en que la colocación de una nueva base en la frontera forma parte de una estrategia a largo plazo, y no de una medida inmediata. «De este modo, las fuerzas de defensa tendrían más entrenamiento en zonas donde operarían en tiempos de guerra», afirma Kuimet.
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(Editado por BTS/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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