Berlín (Euractiv.de/.es) – El líder democristiano Friedrich Merz (CDU/PPE) inició el miércoles su mandato como Canciller alemán con varias espadas de Damocles pendiendo sobre su cabeza.
Su fracaso sin precedentes del martes en la primera votación parlamentaria en el Bunestag demostró que la mayoría de su coalición (una alianza entre el bloque democristiano de centro y los socialdemócratas del SPD/S&D) puede ser más frágil de lo que pensaba.
Se quedó a seis votos de la mayoría necesaria y sufrió la aparente deserción de 18 legisladores.
Ello puede poner en peligro su controvertida agenda para recuperar el crecimiento y fortalecer una nueva arquitectura de defensa alemana, pero sobre todo por el riesgo de bloqueo, más que por posibles derrotas sorpresa.
La coalición de Merz tiene 328 de los 630 escaños del Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán, lo cual significa que bastarían 13 diputados de la coalición que se alinearan con la oposición (302 diputados) para bloquear las iniciativas de CDU y SPD.
Normalmente, esa ventaja suele ser suficiente para que un gobierno gane las votaciones en el Parlamento alemán.
«Cuando se celebran votaciones nominales en el Bundestag, en las que podemos medir el nivel de cohesión de los partidos, suele ser muy alto», asegura Ulrich Sieberer, politólogo de la Universidad de Bamberg que ha investigado a fondo los datos de las votaciones en el parlamento.
Los gobiernos alemanes que mantienen la mayoría «prácticamente nunca pierden votos», afirma.
Incluso el gobierno tripartito del predecesor de Merz, Olaf Scholz (SPD/S&D), lastrado por múltiples luchas intestinas, exhibió un elevado grado de unidad en las votaciones.
«En una comparación europea, el Bundestag tiende a situarse en la mitad superior», por debajo de países como Dinamarca, pero por encima del Parlamento Europeo, comenta Sieberer.
Puede que fueran las circunstancias excepcionales de una votación secreta para canciller lo que envalentonó a los tránsfugas -aun no identificados- el pasado martes.
Normalmente, el Bundestag decide los asuntos a mano alzada, una votación pública en la que se da por supuesta la cohesión de los partidos. En caso de duda, se pueden solicitar votaciones nominales.
En ambos casos, los «disidentes» son fácilmente identificables y suelen enfrentarse a las críticas de sus correligionarios.
El temor a dañar la reputación pública del gobierno llevó a la mayoría de esos «disidentes» del martes a votar -finalmente- a favor de Merz en la segunda votación.
Demasiada polémica
Pero aunque la formación de grupos de «rebeldes» que torpedean las propuestas legislativas suele ser muy rara, su existencia puntual sirve para que los jefes de bancada identifiquen los focos de descontento entre sus filas.
Ahora queda por dilucidar si esos 13 tránsfugas bastaran para hundir las iniciativas de Merz.
Cuando la legislación es controvertida y el apoyo es frágil, es probable que no se someta a votación parlamentaria. En repetidas ocasiones, durante el gobierno de coalición de Scholz, la legislación más sensible quedó varada durante meses.
Dado que no se ha «identificado» a los tránsfugas de la primera votación del martes, siguen sin estar claros los principales motivos de su descontento, el cual podría lastrar el gobierno de Merz.
Se apunta como posibilidades a diputados que no han logrado los cargos a los cuales aspiraban, la de diputados del SPD que rechazan a Merz o la de diputados del ala más a la derecha de la CDU decepcionados, después de que el canciller flexibilizara su postura inicial de «halcón presupuestario», para aprobar un ambicioso programa de endeudamiento.
La votación del martes demostró que Merz no es excesivamente popular, y que su mayoría en el Bundestag es exigua.
Después de todo, la Izquierda Democrática, una alianza de 14 diputados progresistas en el SPD, es muy critica con la política migratoria de «mano dura» de Merz. Por su parte, en el seno de la CDU 18 diputados de las juventudes del partido rechazaron -en público- el paquete de endeudamiento de Merz, y su flexibiliación del «freno de la deuda», anclado en la Constitución.
La hora de la verdad
A pesar de los complejos equilibrios parlamentarios, Merz se beneficia del hecho de que la mayor parte de los puntos controvertidos de la agenda no dependen exclusivamente de los votos.
Una muestra de ello es el «cierre de hecho» de las fronteras alemanas a los inmigrantes ordenado este miércoles por el ministro del Interior, Alexander Dobrindt, estrecho aliado de Merz.
La entrega de misiles de crucero de largo alcance (Taurus) a Ucrania, que generó divisiones internas en el SPD durante el mandato de Scholz, también se decidirá en el seno de ejecutivo de coalición.
Otra manzana de la discordia – la flexibilización de las estrictas normas alemanas en materia de endeudamiento- quedó zanjada antes de que Merz asumiera el cargo.
No obstante, si Merz pierde demasiados apoyos o se excede en el ejercicio del poder, podría provocar un bloqueo cada vez que sus propuestas se sometan a votación.
Incluso podría tener que enfrentarse a una ruptura de la coalición.
El momento de la verdad llegará con la votación del próximo presupuesto anual. El gobierno «semáforo» de Scholz (SPD, Verdes y Liberales del FDP) tuvo que luchar para alcanzar un consenso, y la coalición se rompió por los desacuerdos sobre el presupuesto para 2025.
Por otro lado, Merz tendrá que cuidarse mucho de no enfadar a los sectores más a la izquierda del SPD con sus planes para recortar algunas prestaciones y el gasto social.
Si el tira y afloja sobre el aumento del gasto en defensa y el apoyo a Ucrania se traduce en déficits presupuestarios excesivos, eso también puede disgustar a los «halcones» de la ortodoxia fiscal en la CDU.
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(Editado por EPD/BTS/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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