Bruselas (Euractiv.com/.es) – Presionados por la falta de tiempo y de habilidades culinarias, muchos jóvenes europeos abandonan la cocina en favor de soluciones rápidas , y los minoristas están dispuestos a sacar provecho de ello con las comidas preparadas.
La moda de la repostería casera de la era Covid se ha enfriado y ahora los jóvenes prefieren comidas rápidas y sin cocina.
Los productos «listos para comer», los menos perezosos «listos para cocinar» o incluso «listos para calentar» son un éxito entre la Generación Z y el sector minorista europeo ya está tomando nota.
Según Anton Delbarre, economista jefe de EuroCommerce, «estos productos están superando el crecimiento general de los comestibles». Las comidas preparadas ayudan a los supermercados a compensar el descenso de los volúmenes, asegura.
Delbarre cree que la obsesión de los jóvenes por la comida preparada ha llegado para quedarse, una opinión que comparte la profesora Christine Yung Hung, investigadora de marketing agroalimentario y comportamiento del consumidor de la Universidad de Gante.
«Aunque a las generaciones jóvenes les guste la idea de cocinar, les resulta difícil darle prioridad en su vida diaria», asegura Hung.
En su opinión, equilibrar las ambiciones profesionales, una vida social intensa y un rápido análisis de costes y beneficios significa que a menudo hay pocos incentivos económicos para cocinar.
«Si alguien valora su tiempo en 15 euros la hora y tiene que hacer la compra, cocinar y limpiar después, comprar comodidad a un coste relativamente bajo puede parecer una opción racional», comenta la investigadora..
Raquel, una joven de 24 años que trabaja en el Centro de Salud y Bienestar de la IE University de Madrid, ha hecho números.
«No voy a dedicar el poco tiempo que tengo a quedarme en casa cocinando. No merece la pena si quiero salir a disfrutar del sol con los amigos», dice, al tiempo que se lamenta de su pequeño y excesivamente caro piso en la capital española.
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Aun así, la decisión de pasar poco tiempo en la cocina no está exenta de dudas.
«No estoy orgullosa de ello, cocinar es una actividad básica e incluso contemplativa. Así que no tener tiempo o energía para ello dice mucho de la sociedad en la que vivimos«, añade Raquel.
La comida y la ciudad
Según Delbarre y Yung Hung, las grandes urbes son ideales para los jóvenes profesionales que quieren ir rápidamente al supermercado durante la hora del almuerzo.
«Si tienes opciones muy fáciles de conseguir en la tienda, ¿para qué molestarse siquiera en cocinar?», se pregunta Delbarre.
«Vivo a 45 minutos de mi trabajo, cojo el metro y es un engorro llevarme el almuerzo, el ordenador y la ropa del gimnasio», explica Raquel.
Los desplazamientos le quitan energía para «preparar la comida», asegura.
Pero no todos los Gen Zed consideran que cocinar sea una pérdida de tiempo.
«Para mí, es un momento de atención plena», comenta Irene, de 28 años, compañera de Raquel, que lleva diligentemente su comida a la oficina a pesar de tener «poco tiempo».
No estar a la altura de las redes sociales
La inspiración para cocinar también ha cambiado, y los jóvenes han sustituido en gran medida los libros de cocina por vídeos de un minuto en las redes sociales, vistos por millones de personas y con recetas que a menudo pasan de moda en menos de un mes.
Irene dice que se inspira sobre todo en Instagram. «Mi plato nunca sale muy bonito, pero está bien».
Pero para otros, los vídeos en las redes ponen el listón muy alto. «Me frustra ver cómo otros preparan una comida ideal», dice Raquel.
A Yung Hung no le sorprende.
«Los platos en línea parecen perfectos», y pueden desanimar a los jóvenes que creen que no están a la altura, comenta.
En las raras ocasiones en que cocina, Raquel acaba volviendo a sus platos favoritos. «Prefiero ir sobre seguro : la tarta de limón de mi abuela siempre sale bien», dice.
El problema, según Yung Hung, es que cada vez se transmiten menos recetas de este tipo de generación en generación. «Muchos jóvenes nunca aprendieron las bases de la cocina ni en casa ni en la escuela», comenta.

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La comodidad sube el listón
Pero los minoristas están dispuestos a colmar las lagunas de la ajetreada vida urbana.
Aunque los supermercados ofrecen soluciones rápidas y sencillas, las generaciones más jóvenes también exigen más.
En ese sentido, Hung asegura que la Generación Z está subiendo el listón de la comodidad, ya que da prioridad a los estilos de vida saludables y a la protección del medio ambiente.
«Hoy en día, el verdadero espacio de innovación ya no consiste solo en hacer que los jóvenes vuelvan a la cocina, sino también en ofrecerles comidas listas para consumir que se ajusten a sus valores», afirma.
Para Delbarre, los minoristas se están poniendo al día con esta evolución de las expectativas
«Los platos preparados solían ser sabrosos y rápidos, pero ahora tienen muchas más dimensiones», afirma, al tiempo que cita una larga lista de productos «saludables» y «más sostenibles» enfocados en la generación Z.
«Si quieres crecer, tienes que captar cuota de mercado de otros», añade.

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«Que los supermercados pierdan la oportunidad ahora o se conviertan en pioneros dice mucho sobre dónde estarán en las próximas décadas», subraya.
Ni Irene ni Raquel están del todo satisfechas con la oferta actual de los supermercados.
Quieren más opciones para diferentes dietas -como la vegetariana- y menos aditivos en las etiquetas de los alimentos.
Pero mientras los minoristas se esfuerzan por satisfacer estas expectativas, los jóvenes consumidores dicen que seguirán experimentando.
«Hoy he inventado un plato con pescado, espárragos blancos y calabaza… a ver qué tal», explica Irene.
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(Editado por ADM/DE/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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