La «pasión» alemana por los espárragos blancos, cada vez más cara

Berlín (Euractiv.com/.es) – Los elevados costes laborales, la competencia más barata del espárrago verde, y el progresivo aumento de las importaciones están disparando el precio de los espárragos, la verdura favorita de los alemanes, amenazando con convertir este alimento básico de la primavera en algo casi exclusivo para los bolsillos más abultados.

Es un ritual anual tan querido para muchos alemanes como la Oktoberfest: el Spargelzeit (temporada de espárragos).

Los menús de los restaurantes cambian de la noche a la mañana para ofrecer todas las variantes imaginables de los gruesos y blancos tallos de espárragos alemanes; los debates en la mesa giran en torno a si los espárragos son mejores con mantequilla o con salsa holandesa; y las ciudades de todo el país eligen a sus «Reinas del Espárrago«.

Este año, sin embargo, el Spargelzeit se perfila como un placer mucho más caro.

En 2024, el espárrago ocupaba 22.800 hectáreas, es decir, el 18% de la superficie de cultivo de hortalizas al aire libre de Alemania, lo cual lo convierte en la hortaliza más cultivada del país.

Pero el abaratamiento de las importaciones, el encarecimiento de la mano de obra y el aumento de las importaciones de espárragos verdes procedentes de países con una legislación laboral comparativamente más débil y salarios más bajos están afectando duramente a los cultivadores alemanes de espárragos.

Mientras que en 2018 se cosecharon 133.000 toneladas de espárragos, la cifra cayó a solo 108.000 toneladas en 2024. Este año se espera que aumente ligeramente a alrededor de 110.000 toneladas, explica a Euractiv.de Frank Uwihs de la empresa de comercio agrícola Agravis.

Aunque Alemania sigue dependiendo en gran medida de su propia producción, con un 85% de los espárragos cultivados en el país, el sector prevé que una de cada cuatro granjas de espárragos del país cierre este año.

La «sombra verde» que amenaza

Cada año, entre abril y junio, los alemanes están invadidos por la «euforia del espárrago», explica a Euractiv Daniel Kofahl, sociólogo de la alimentación de la Oficina de Política Agrícola y Cultura Alimentaria (APEK).

La pasión por esta hortaliza alargada «se ve reforzada por el hecho de que el espárrago blanco es una invención específicamente alemana […]. Esto ha dado lugar a una cultura alemana única de consumo de espárragos que se transmite de generación en generación».

Pero las cosas están cambiando, y tiene mucho que ver con el color.

El espárrago verde, antaño el «hermano menor», está ganando terreno. Aunque representa entre el 10 y el 15% de la cosecha nacional, su atractivo crece día a día.

Aunque ambas variedades proceden de la misma planta, la principal diferencia es su forma de cultivo.

Mientras que los espárragos verdes crecen en la superficie, al sol y con clorofila, los blancos crecen bajo tierra o una película que bloquea la luz y los mantiene pálidos.

Y parece que los productores han tomado nota. Isabelle Bohnert, de la Red Nacional de Asociaciones de Espárragos y Bayas, explica a Euractiv que se prevé que Alemania aumente la producción nacional de espárragos verdes este año, ya que la demanda de los consumidores sigue creciendo .

A diferencia de su homólogo blanco, tradicionalmente reservado para el fin de semana, el espárrago verde se considera cada vez más una opción cómoda para el día a día y se consume con más frecuencia a lo largo de la semana, explica.

Pero eso también se traduce en más importaciones.

Según la Oficina Federal de Agricultura y Alimentación, las importaciones de espárragos verdes de México a Alemania alcanzaron las 3.700 toneladas en 2024. Cantidades aún mayores procedían de la UE: España lidera, con 5.800 toneladas y le sigue Grecia 4.600 toneladas.

El reto competitivo no radica sólo en el volumen, sino también en los costes de producción.

En España, los costes salariales mínimos son aproximadamente un tercio más bajos que en Alemania.

En Grecia, la producción es aún más rentable: se calcula que sólo un 44% del nivel alemán, señaló Bohnert.

El espárrago como «termómetro» social

Pero el espárrago también se ha convertido en un símbolo de desigualdad social.

La recolección, conocida en alemán como stechen, en la que los trabajadores se agachan durante horas en estructuras en forma de túnel para recoger los espárragos, es físicamente agotadora.

En 2024, los «temporeros del espárrago» representaban el 28% de los 875.900 trabajadores agrícolas, según la Oficina Federal de Estadística. Pero a medida que la mano de obra se reglamenta más y el próximo gobierno apuesta por subir el salario mínimo, el sector se lamenta del aumento de los costes.

Un informe del sindicato alemán IG Bau pone de relieve la explotación generalizada de los temporeros agrícolas en Alemania, sobre todo a través de alojamientos saturados, caros y, a menudo, de mala calidad, que pueden llegar a consumir hasta el 50% de sus salarios.

El alojamiento de los trabajadores suele correr a cargo de los propios agricultores. También hay graves problemas de horarios irregulares, falta de protección social y vulnerabilidad a los abusos.

Los costes de mano de obra y cultivo se reflejan en el precio. En 2024, un kilo de espárragos blancos cultivados localmente costaba inicialmente entre 15 y 18 euros.

El «oro blanco» de Alemania

Es una incógnita si los consumidores alemanes seguirán pagando precios superiores por los espárragos blancos locales, o si las importaciones y la presión de los costes moverán el fiel de la balanza de forma permanente.

Pero la demanda, el uso de la tierra, el número de cultivadores especializados en espárragos y la mano de obra disponible están en declive.

«Esta tendencia se mantiene desde hace varios años», asegura Uwihs.

«Los salarios han subido y la gente es cada vez más frugal. El espárrago se considera un producto de lujo», subraya.

El espárrago blanco o «marfil comestible», «verdura real» u «oro blanco» -como se le ha llamado a lo largo de los años-, antaño alimento básico de la burguesía alemana, probablemente se convertirá en un artículo cada vez más escaso en la dieta semanal de los alemanes.

Dado que el blanco «tiene que ser, primero, algo asequible», como señala Kofahl, está por ver si los alemanes seguirán pagando el precio del oro blanco u optarán por su primo menos precioso con una pigmentación diferente.

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(Editado por ADM/DE/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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