Bruselas hace un último intento por evitar el nuevo golpe arancelario de Trump

Bruselas (Euractiv.com/.es) – El Comisario europeo de Comercio, Maroš Šefčovič, intentará evitar este martes, en una nueva reunión en Washington, el nuevo zarpazo arancelario lanzado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuya entrada en vigor está prevista para el próximo 2 de abril.

Tras su visita a Washington viajará a China.

La nueva gira del Comisario se produce a muy pocos días de que entren en vigor los «aranceles recíprocos» de Estados Unidos, que amenazan con sacudir el orden comercial mundial, al igualar los gravámenes de otros países a los productos estadounidenses.

El nuevo intento de Bruselas por desactivar la nueva “guerra comercial” con Estados Unidos se produce además pocas semanas después de que Trump aplicara aranceles generales del 25% a las importaciones estadounidenses de acero y aluminio.

Los nuevos gravámenes estadounidenses agravarán los problemas de la siderurgia europea, en un momento en el cual lucha por sobrevivir en medio de una feroz competencia con China.

En las reuniones de este martes con el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, y con el representante de Comercio, Jamieson Grier, Šefčovič intentará hallar una salida negociada a los aranceles al acero y el aluminio e intentará evitar que los productos de la UE se vean afectados por los nuevos gravámenes a partir del 2 de abril, según han confirmado fuentes comunitarias.

Por su parte, la reunión de Šefčovič con el ministro chino de Comercio, Wang Wentao, prevista para finales de esta semana, se centrará en un abanico más amplio de temas, entre ellas el acceso de las empresas europeas al mercado chino, las inversiones chinas en la UE y la creciente amenaza que suponen para la industria europea las subvenciones estatales de Pekín, añadió la fuente comunitaria.

La decisión del político eslovaco de viajar a China antes de que Trump anuncie oficialmente la entrada en vigor de los aranceles recíprocos significa que es probable que su reunión con Wang no tenga resultados muy concretos, según comenta Alicia García Herrero, miembro senior de Bruegel, un prestigioso “think tank” con sede en Bruselas.

«Es algo así como ‘esperar y ver’ para ambos», asegura la experta.

«Después del 2 de abril… China sabrá cuánto puede exigir a Europa, y Europa también sabrá más», agrega la investigadora.

Intentar relanzar la relación entre la UE y China desde cero obedecería a una urgente necesidad de parte del bloque comunitario de buscar un nuevo aliado ante un grave deterioro de su relación con Estados Unidos, apunta la experta.

Para ello sería necesaria la implicación de los máximos dirigentes de la UE, entre ellos la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o el probable nuevo Canciller alemán, Friedrich Merz, añade García Herrero.

Por otra parte, la experta señala que es probable que Wang haga caso omiso al temor de Bruselas sobre la posibilidad de que las políticas comerciales agresivas de Trump puedan desviar cientos de miles de millones de euros de las exportaciones chinas a la UE.

«Nos dirán que van a esperar a que las importaciones aumenten porque van a tener ese auge del consumo (…) creo que eso es todo», subraya.

¿Una línea más dura con China?

Los dos viajes de Šefčovič coinciden con un fuerte aumento de la presión de Estados Unidos a Pekín desde el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero pasado, una estrategia que, en opinión de muchos analistas, podría finalmente obligar a la UE a adoptar una línea más dura con China.

La línea política actual de la UE con China, anunciada por von der Leyen en 2023, consiste en «reducir riesgos pero no desvincularse» de Pekín, es decir, rebajar  su dependencia en determinados sectores estratégicos, como los minerales esenciales, pero no cortar los lazos económicos de forma generalizada, como el bloque ha hecho en gran medida con Rusia tras la invasión de Ucrania en febrero de 2022.

Trump ha acusado en varias ocasiones a China de dañar  a Estados Unidos con su política comercial, y ha tachado las políticas «mercantilistas» de Pekín de «el mayor robo de la historia».

En un nuevo gesto de hostilidad con Pekín, Trump impuso a principios de este mes un arancel adicional del 10% a todas las importaciones estadounidenses procedentes de China, duplicando el gravamen que aplicó el pasado mes de febrero.

Continuando con la tendencia que se inició durante el mandato del expresidente Demócrata Joe Biden, varios destacados funcionarios estadounidenses instaron recientemente a los fabricantes europeos de chips a imponer más restricciones a las exportaciones chinas de semiconductores avanzados.

Por otro lado, en una nueva muestra de su política de mano dura con China, Trump firmó el mes pasado una serie de memorandos que incentivan a los potenciales nuevos inversores en Estados Unidos a que corten sus lazos con Pekín.

Esa medida «equivale a poner una pistola en la sien de las empresas», asegura Tobias Gehrke, investigador principal de política del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un “think tank” de Bruselas.

«Dice: ‘Tenéis grandes oportunidades en Estados Unidos, pero tenéis que eliminar a China. Tenéis que demostrármelo. Y si no lo hacéis, os excluiré'», agrega el experto.

Por su parte, Arthur Leichthammer, investigador principal de políticas en el Centro Jacques Delors, señala que esos memorandos -que también incluyen medidas contra la directiva europea de servicios digitales- están diseñados esencialmente «para castigar la cooperación con China».

¿Optimismo equivocado?

Pero la postura cada vez más dura de Washington con China y su agresiva política comercial con la UE tienen otra lectura en Pekín, donde muchos creen que contribuirá a que Europa se acerque mucho más al gigante asiático.

En un discurso pronunciado en la Conferencia de Seguridad de Múnich el mes pasado, el ministro chino de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, elogió a Europa como «un polo importante en el mundo multipolar» e instó a Bruselas y Pekín a «profundizar la comunicación estratégica y la cooperación mutuamente beneficiosa».

Mientras que «el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha aumentado la inestabilidad y la incertidumbre, China y la UE… pueden ofrecer estabilidad y certidumbre para un crecimiento económico global inclusivo a través de una cooperación reforzada», señaló recientemente un artículo del Diario de China.

Sin embargo, según varios analistas, el optimismo de Pekín sobre las oportunidades que ofrece la presidencia de Trump es probablemente infundado.

A pesar de condenar con vehemencia la imposición por parte de Washington de aranceles del 25% a México y Canadá a principios de este mes -que desde entonces se han revertido en gran medida-, la Comisión Europea ha evitado criticar los gravámenes adicionales de Trump a China.

Šefčovič y Von der Leyen han tratado de evitar condenar con excesiva dureza los aranceles de Trump al acero y el aluminio argumentando que la UE y Estados Unidos deberían «cooperar» para abordar el «problema real» de las «sobrecapacidades» chinas, o la producción masiva de exportaciones baratas.

En ese sentido, Ander Tordoir, economista jefe del Centro para la Reforma Europea, asegura que la preocupación expresada por la UE sobre el impacto del modelo industrial chino basado en las exportaciones es genuina.

«Compartimos algunas de las preocupaciones legítimas de EE.UU. sobre el exceso de capacidad de China», afirma. «Ni México ni Canadá aplican modelos de crecimiento impulsados por las exportaciones que socavan la industria manufacturera europea», agrega.

Tordoir cree que los superávits comerciales netos de Europa y China apuntan a que, al menos en términos económicos, China y la UE «no son socios lógicos», ya que ambos «luchan por un conjunto limitado de demanda».

Por otro lado, la reticencia de Pekín a modificar «su agresivo modelo de crecimiento basado en las exportaciones», unida a la profundización de sus lazos con Rusia y a la apertura general de Europa al comercio, hacen que la UE tenga razones propias para adoptar una línea más dura con Pekín, añade.

«La UE tiene motivos para ser más dura con China por motivos propios, totalmente ajenos a los deseos de Estados Unidos», subraya Tordoir.

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[Editado por Fernando Heller/Euractiv.es]

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