Los nacionalistas se hacen con las presidencias de parlamentos en Europa en medio de la polémica

Los partidos de extrema derecha ganan posiciones en las encuestas en numerosos países de Europa. Políticos nacionalistas han tomado el timón de cuatro parlamentos del continente, dando lugar a tensiones.

Los legisladores checos eligieron el miércoles al primer presidente de la cámara baja de extrema derecha en la historia del país. Se convirtió así en el último parlamento de un país europeo presidido por un político nacionalista y prorruso desde la invasión rusa de Ucrania en 2022.

Un día después de que el líder ultraderechista checo Tomio Okamura -que ha pedido el fin de la ayuda a Ucrania- fuera elegido presidente del parlamento, este ordenó retirar la bandera ucraniana del edificio, donde ondeaba como muestra de solidaridad.

En Austria un  grupo de historiadores instó esta semana al primer presidente parlamentario de extrema derecha del país a suspender un acto previsto para el 11 de noviembre en «homenaje a un antisemita declarado», el fallecido político Franz Dinghofer, vicecanciller de Austria en los años veinte y miembro del partido nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

En Italia, Austria, Eslovaquia y República Checa, los políticos nacionalistas se han hecho con la presidencia de sus parlamentos, uniéndose a Hungría, donde el partido del primer ministro nacionalista Viktor Orbán ocupa el cargo desde 2010.

En los cuatro países citados, el cambio se produjo tras un acuerdo con otros partidos políticos, ya que los nacionalistas carecían de mayoría absoluta. En estos casos los nuevos presidentes de las cámaras legislativas no pertenecen al mismo partido político que el jefe del Gobierno, como sí ocurre en Hungría.

Según Catherine Fieschi, investigadora del Centro Robert Schuman del Instituto Universitario Europeo de Florencia, Orbán «ha allanado el camino» para la tendencia actual. Desde su regreso al poder en 2010, Orbán «ha demostrado que es posible permanecer en la Unión Europea» sin respetar sus tratados, afirmó.

Además, la tendencia se ha acelerado desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, ya que el «carácter del presidente estadounidense no provoca rechazo» en países europeos marcados por una «cultura política» diferente y una relación «ambigua» con Rusia, añadió. Debido al pasado comunista que comparten algunos países y a su proximidad geográfica con Moscú, intentan abstenerse de fomentar cualquier «escalada» con Rusia, dijo Fieschi.

Estos países también se benefician de los fondos europeos, y temen tener que compartir el dinero de Bruselas con países como Albania, Montenegro o incluso Ucrania, que aspiran a entrar en la UE, añadió.

Honda preocupación

Para los partidos nacionalistas, que han aprovechado la coyuntura actual, hacerse con el control de sus parlamentos es un gran paso adelante, dijeron los expertos a la agencia AFP.

En Eslovaquia, el partido Hlas (La Voz) obtuvo la presidencia del parlamento en marzo gracias a su apoyo a la agrupación Smer, del primer ministro nacionalista Robert Fico, y al partido de extrema derecha SNS.

El Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo excluyó a Hlas de su grupo parlamentario, alegando que sus posiciones sobre «la guerra de Rusia en Ucrania, la migración, el Estado de derecho y la comunidad LGBTI han suscitado una honda preocupación y no tienen cabida en la familia progresista».

El presidente del parlamento austriaco, de extrema derecha, Walter Rosenkranz -criticado por ser miembro de una fraternidad estudiantil de extrema derecha conocida por su estridente nacionalismo pangermánico- no ha intentado fomentar el consenso, más allá de su propio campo político desde que asumió el cargo el año pasado.

«Para estos partidos, que llevan mucho tiempo fuera del sistema, hacerse con el control de la presidencia de sus respectivos parlamentos les permite hacer de contrapeso al poder ejecutivo, ya que los partidos gobernantes necesitan a menudo coaligarse debido a su débil posición», declaró Cyrille Bret, investigador asociado del Instituto Jacques Delors. Esto aplica «especialmente para los partidos populistas en vías de acceder al poder», añadió. «Pueden utilizar además sus palancas de control para criticar al gobierno sin asumir ellos mismos la responsabilidad, por no hablar de los beneficios presupuestarios que implica ocupar ese puesto, amén de «elevar su perfil y ganar respetabilidad».

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(Editado por vibra/Euractiv.com y Luis de Zubiaurre/Euractiv.es)

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