Bruselas (Euractiv.com/.es) – Fue aclamada como la «nueva solución», innovadora, para cubrir las colosales necesidades de financiación de Ucrania, pero la petición de la Comisión Europea para conceder un «préstamo de reparación» especial a Kiev es considerada por varios analistas y actores clave como un «parche» que podría, con el tiempo, transformarse en un nuevo gran dolor de cabeza para la Unión Europea (UE).
La propuesta de préstamo, anunciada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen en su discurso sobre el «Estado de la Unión» a principios de este mes, será debatida, mañana, miércoles en Copenhague por parte de los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la UE en su cumbre informal en la capital danesa.
El plan supondría utilizar cientos de miles de millones de euros en activos inmovilizados del banco central ruso en el bloque europeo para tapar el agujero presupuestario de Ucrania y financiar su seguridad a largo plazo.
Von der Leyen sostiene que el plan -que se basa en un artículo de 2024 del que es coautor Hugo Dixon, destacado comentarista de Reuters- no implica «tocar» los activos subyacentes, lo que potencialmente podría violar su inmunidad soberana garantizada por el derecho internacional.
Y lo que es más importante, Ucrania sólo tendría que devolver el préstamo si Moscú aceptara reparaciones de guerra para Kiev. El acuerdo, en teoría, permitiría a los Estados de la UE, con problemas fiscales, evitar desembolsar dinero para apoyar el esfuerzo bélico y la reconstrucción de Ucrania.
Sin embargo, hay muy poco consenso sobre muchos de los detalles clave del plan.
Una cuestión importante es su valor. El canciller alemán, Friedrich Merz, que la semana pasada apoyó sin reservas la propuesta de Bruselas en un artículo de opinión en el Financial Times, declaró que podría proporcionar «casi 140.000 millones de euros» en préstamos sin intereses a Kiev.
Este lunes, sin embargo, el portavoz de la Comisión Europea Balazs Ujvari señaló que el préstamo aprovecharía «alrededor de 170.000 millones de euros» en activos inmovilizados en Euroclear, una cámara de compensación con sede en Bruselas, que posee la gran mayoría de los activos del banco central ruso que fueron congelados por la UE poco después de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022.
En ese sentido, varios funcionarios y diplomáticos de la UE subrayan que esos desacuerdos son perfectamente normales cuando los planes se encuentran aún en una fase tan temprana de desarrollo.
Sin embargo, se podría decir que la propuesta -y la falta de detalles en torno a ella- es sintomática de una Comisión Europea que opera cada vez más en la sombra y cuya jefa, según los críticos, carece de conocimientos económicos básicos.
De momento, la propuesta ha provocado una respuesta inusualmente airada de Bélgica, actor crucial en las negociaciones de la UE por albergar la sede de Euroclear.
«Tomar el dinero de (el presidente ruso, Vladimir) Putin y dejar los riesgos en manos [belgas]: eso no va a ocurrir, que quede muy claro», subrayó la semana pasada el primer ministro de Bélgica, Bart De Wever. Añadió que los inversores podrían «retirar sus reservas de la Eurozona» si «los países ven que el dinero de los bancos centrales puede desaparecer si los políticos europeos lo consideran oportuno».
La posterior publicación por parte de la Comisión Europea de una nota de una página y media sobre su plan antes de un debate de los embajadores de la UE el pasado viernes sólo ha disipado parcialmente las inquietudes de Bélgica, según varias fuentes cercanas al expediente.
Mientras tanto, un diplomático de la UE expresó su simpatía por la postura de De Wever y en especial por la importancia de que la propuesta del Ejecutivo comunitario no equivalga a una confiscación unilateral, a la que Bélgica, Francia, Italia y varios otros Estados miembros se oponen desde hace tiempo.
«Entendemos de dónde vienen las observaciones de De Wever (…) pero queremos buscar medidas creativas para utilizar los fondos teniendo en cuenta los riesgos jurídicos y financieros», agregó.
La ira de Lagarde
La propuesta de Bruselas -y la forma de presentarla- también ha provocado la ira del Banco Central Europeo (BCE), que ha advertido en repetidas ocasiones de que cualquier uso ilegal de los activos podría desencadenar un éxodo del capital de los inversores de Europa que, en el peor de los casos, podría amenazar la estabilidad financiera de la Eurozona.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, expresó su pesar por el hecho de que la Comisión Europea no presentara por escrito su plan antes de una reunión de ministros de Economía y Hacienda de la UE celebrada en Copenhague a principios de este mes, según un fuente carcana a los debates, a puerta cerrada.
Lagarde se quejó de que, en lugar de un informe escrito, sólo recibió una llamada telefónica de Maarten Verwey, Director General de la División de Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión Europea y uno de los principales defensores de la propuesta.
Durante la rueda de prensa posterior, Lagarde, visiblemente molesta, provocó las risas cuando preguntó directamente al Comisario de Economía de la UE, Valdis Dombrovskis, en qué consistía realmente el plan.
«No se trata de un embargo, ni de una confiscación, por lo que sabemos, sino de sustituir el crédito en efectivo por un crédito en eurobonos. ¿Es correcto?», preguntó.
Dombrovskis, claramente desconcertado por la pregunta, no respondió directamente. Reiteró que el plan no equivale a una confiscación e insistió en que los beneficios generados por los activos se están utilizando actualmente para financiar un préstamo del G7 a Ucrania por valor de 50.000 millones de dólares.
La importancia de los detalles
También ha reinado la confusión sobre otras cuestiones cruciales.
Entre ellos, cómo va a cumplir la UE la promesa de Von der Leyen de no «tocar» los activos subyacentes mientras «moviliza» los fondos mediante garantías de los Estados miembros, como sugirió John Berrigan, director general de la división de servicios financieros del Ejecutivo comunitario, durante una comparecencia parlamentaria la semana pasada.
«Eso es exactamente en lo que estamos trabajando: estamos trabajando en los detalles», comentó Ujvari el lunes cuando se le pidió que diera más detalles sobre esta discrepancia.
No quiso dar detalles de la propuesta citada en el resumen de una página y media de la Comisión, en el que se señala que la aprobación del préstamo no requeriría la unanimidad de los 27 Estados miembros del bloque, como en el caso de los paquetes de sanciones de la UE a Rusia.
La propuesta de «préstamo de reparación» se basaría en un segmento específico (Artículo 31, Párrafo 2) del Tratado de la Unión Europea, que establece que el Consejo puede actuar por «mayoría cualificada» para decisiones relacionadas con los «intereses y objetivos estratégicos» del bloque.
Evitar el requisito de unanimidad evitaría un posible veto de Hungría, cuyo primer ministro, Viktor Orbán, ha amenazado en anteriores ocasiones con torpedear las ampliaciones de sanciones europeas a Moscú.
Funcionarios europeos advirtieron de que es poco probable que las divisiones sobre el préstamo de reparaciones se resuelvan en la cita de mañana en Copenhague.
«Se trata de una cuestión muy compleja, con muchas implicaciones financieras y jurídicas; no espero que los líderes entren en el detalle de esas implicaciones (…) tiene que haber una orientación política sobre si están dispuestos a trabajar en esto», según una fuente de la UE.
En ese sentido, Ujvari afirmó que Bruselas sigue estudiando «muy de cerca» su plan y que «presentará» una propuesta más detallada «en breve».
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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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