Bruselas (Euractiv.com/.es) – Europa se prepara para una década de compras masivas de armamento con el objetivo de reconstruir unos ejércitos con importantes carencias, y así acortar la brecha que los separa de la potencia militar estadounidense.
El pasado mes de junio, los países de la OTAN acordaron en La Haya gastar el 3,5% de su Producto Interior Bruto (PIB) en defensa, con el fin de cumplir los requisitos de capacidad militar establecidos en los planes de defensa de la alianza.
Para los 23 países de la UE miembros de la OTAN, eso supone un aumento anual de casi 270.000 millones de euros, según cálculos del grupo de reflexión Bruegel. Está previsto que esos fondos fluyan en gran medida a la industria de defensa y el reclutamiento militar.
Una cuestión central es ahora si los países europeos invertirán en el desarrollo de su industria de defensa nacional o seguirán dependiendo en gran medida de los equipos fabricados en Estados Unidos.
Los compromisos de gasto de la OTAN son objetivos simples, que dejan a cada aliado una relativa libertad para decidir qué armas comprar exactamente y a quién.
No obstante, los aliados europeos están divididos entre quienes se inclinan por las armas estadounidenses y quienes insisten en comprar las europeas, y cada camino ofrece tanto soluciones a corto plazo como apuestas estratégicas a largo plazo.
Los productos europeos y estadounidenses
Los sistemas de fabricación estadounidense tienen un claro atractivo. Las opciones de gama alta, como el caza F-35 o las baterías de defensa antiaérea Patriot, tienen un precio desorbitado pero pueden ayudar a los gobiernos a alcanzar rápidamente el objetivo de gasto de la OTAN.
Para los ejércitos con escasez de fondos, las grandes compras han sido durante mucho tiempo la forma más rápida de mostrar progresos tras años de abandono.
El Patriot es un buen ejemplo. Una batería cuesta unos 1.000 millones de dólares, y cada misil interceptor cerca de 4 millones de dólares.
Un pequeño grupo de países europeos acordó a principios de este mes de agosto la compra de más Patriots, con un nuevo aumento de sus presupuestos de defensa y su dependencia del material de fabricación estadounidense.
Una alternativa europea al Patriot, la batería franco-italiana SAMP/T y los misiles Aster 30, es aproximadamente un tercio más barata.
Sobre todo Francia y España sostienen que la construcción de una sólida industria europea de defensa es una prioridad esencial en materia de seguridad.
Por ello, Francia evita desde hace tiempo comprar armamento de fabricación estadounidense siempre que sea posible.
Ambos países se unieron a Alemania en el ambicioso y costoso proyecto de aviones de combate de nueva generación Future Combat Air System (FCAS), una alternativa europea a las opciones extranjeras, especialmente las producidas en Estados Unidos.
Por su parte, Polonia ha centrado sus prioridades de seguridad nacional en la compra de material militar en grandes cantidades, independientemente de su procedencia.
Varsovia, que encabeza el gasto en defensa de los socios de la UE, ha duplicado su presupuesto militar en sólo cinco años. Ha contratado a decenas de miles de soldados adicionales y ha modernizado su flota de cazas F-16, al tiempo que ha adquirido nuevos aviones de combate F-35 de quinta generación.
Las fuerzas armadas polacas también se han abastecido de lanzacohetes, más de 100 nuevos helicópteros, decenas de tanques pesados y mucho más material. El país ha dado prioridad a la rapidez en los acuerdos de equipamiento militar, una de las principales motivaciones de la floreciente relación de Varsovia con los fabricantes de armas surcoreanos.
En ese sentido, el país se ha mostrado más reacio a los grandes proyectos de defensa europeos, pero mantiene profundos lazos con varios contratistas de defensa estadounidenses.
¿Es bueno depender de Estados Unidos?
La mayor parte de fuerzas europeas de la OTAN llevan años comprando material norteamericano, asumiendo que ello les garantizará una mejor relación con Washington, la potencia dominante de la Alianza.
Pero el regreso del presidente estadounidense, Donald Trump, al poder en enero y la reticencia de su administración a prometer a los europeos un apoyo inequívoco en caso de guerra, ha obligado a los gobiernos a cuestionar si comprar material estadounidense garantiza realmente un trato de favor de Washington.
Los críticos advierten de que la compra de más equipos fabricados en Estados Unidos contribuye poco a resolver la dependencia europea de la tecnología estadounidense o a fomentar el crecimiento de la industria europea de defensa.
El objetivo de gasto de la OTAN tampoco contiene incentivos para adquirir productos fabricados en Europa para desarrollar la capacidad industrial local.
El objetivo basado en el PIB puede fomentar el derroche en los equipos más caros o en enormes cantidades de equipos inútiles para demostrar que se está gastando el dinero, o favorecer a los exportadores que pueden suministrar más rápidamente – a menudo desde Estados Unidos o Corea del Sur – mientras que la industria europea sufre retrasos, especialmente en la producción de misiles y municiones.
Esta carrera por aumentar el gasto militar ha hecho subir los precios en el mercado mundial de armamento, mientras los costes se han disparado desde la invasión rusa de Ucrania en 2022.
El precio de los proyectiles de artillería de 155 mm estándar de la OTAN se ha cuadruplicado, pasando de cerca de 2.000 euros antes de la guerra a casi 8.000 euros recientemente.
Sin embargo, si el análisis se centra únicamente en las cifras presupuestarias, se corre el riesgo de dar prioridad a la eficacia y la capacidad real de combate.
Esa fue precisamente una crítica expresada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando en La Haya rechazó los nuevos objetivos de la OTAN basados en el PIB, con el argumento de que España podría proporcionar las capacidades militares necesarias gastando mucho menos.
Pero los países de la OTAN aceptaron ese objetivo en la cumbre de La Haya, y pasarán los próximos años intentando cumplir las expectativas. La Alianza Atlántica califica los avances de sus miembros con actualizaciones anuales, lo cual añade presión para que cumplan sus promesas.
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(Editado por Martina Monti/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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