Berlín/Varsovia/Estocolmo (Euractiv.de/.pl) – A doce millas náuticas de la ciudad de Łeba, en la costa polaca, los primeros de los 76 nuevos aerogeneradores empiezan a atravesar la niebla.
El proyecto Baltic Power será uno de los mayores parques eólicos marinos del país y generará electricidad suficiente para 1,5 millones de hogares. Pero su contribución a la seguridad de Europa va más allá del suministro de energía.
Las torres de 120 metros se convertirán en centinelas que vigilarán incansablemente las aguas salobres y los cielos plomizos en busca de actividades hostiles.
En esta nueva Guerra Fría, en la que el espionaje y el sabotaje amenazan la infraestructura energética y de comunicaciones de Europa, y posiblemente incluso su integridad territorial, a nadie se le escapa el potencial de los parques eólicos para la vigilancia militar.
«Estamos contemplando las infraestructuras de forma diferente a como lo hacíamos hace un año», explica en declaraciones a Euractiv Ignacy Niemczycki, Secretario de Estado polaco para Asuntos de la UE, durante un ventoso paseo en barco hasta ese emplazamiento.
El papel de la OTAN
Cuando Finlandia y Suecia se adhirieron a la OTAN en 2023 y 2024, respectivamente los analistas de defensa bautizaron el mar Báltico como el «lago de la OTAN».
Pero transcurridos tres años en los que estas aguas de importancia estratégica han estado plagadas de drones, barcos espía, enfrentamientos aéreos y sabotajes flagrantes de cables eléctricos y de comunicaciones, el apodo empieza a sonar hueco.
Sólo hay dos franjas de costa en el Báltico que no pertenezcan a la OTAN; ambas son rusas, y la zona se está convirtiendo en un foco de tensión geopolítica.
Más de tres años después de que los tanques rusos cruzaran la frontera con Ucrania, en febrero de 2022, la Alianza Atlántica trata de sumar las largas filas de turbinas eólicas marinas, como el proyecto Baltic Power, al muro defensivo de Europa.
En opinión de Julian Pawlak, investigador asociado de la Universidad Militar de Hamburgo (HSU), la voladura del gasoducto Nord Stream 2 en 2022 fue un duro «toque de atención» para la Unión Europea (UE).
Los países occidentales aprendieron por las malas que «no tienen un conocimiento completo del dominio marítimo del Mar Báltico», asegura el experto.
La destrucción, las pasadas Navidades, del cable submarino Estlink 2, que unía el mercado eléctrico nórdico con la red eléctrica del Báltico justo antes de que ésta cortara sus lazos con Rusia, fue otro duro golpe, y forzó a la OTAN a poner en marcha una operación militar de respuesta
Aprovechar mejor la energía eólica
La OTAN lleva años estudiando la posibilidad de dotar a las infraestructuras energéticas marítimas de instrumentos de vigilancia.
Hasta ahora convertir las plataformas petrolíferas en bases militares ha resultado inviable por razones de coste, seguridad e ingeniería, según Pawlak.
Ahí es donde entran en juego los aerogeneradores: son muy altos, descentralizados y hay cientos de ellos en la costa báltica de la UE.
Según Pawlak, los aerogeneradores ya están equipados con sensores de aves y transpondedores que señalan su paradero a los submarinos.
Baltic Power -situada a menos de 200 kilómetros del exclave ruso de Kaliningrado- está equipando sus nuevas torres de turbinas con radares y sensores, siguiendo una lista de control de seguridad elaborada por el ministerio polaco de Defensa, según explicó en junio pasado Marcin Godek, director de operaciones y mantenimiento del parque eólico.
«Hay una simbiosis perfecta entre los aerogeneradores marinos y la protección costera», afirma Kristof Verlinden, guardia costero belga en la reserva que dirige los parques eólicos marinos de la empresa Parkwind.
En opinión de Verlinden, los aerogeneradores son también «centinelas o bases avanzadas que vigilan la situación a 50 kilómetros o más de la costa».
Riesgos de ataque
La creciente importancia de los parques eólicos conlleva también un mayor riesgo de ataque.
«Las amenazas a las infraestructuras energéticas en alta mar son muy reales», afirma Giles Dickson, Director General del lobby europeo del sector Wind Europe.
«Los activos están siendo atacados físicamente, no sólo cibernéticamente», añade, al tiempo que señala los numerosos ataques a cables en el Mar Báltico.
El gobierno sueco paralizó recientemente 13 proyectos de parques eólicos marinos en el Báltico alegando «consecuencias inaceptables para la defensa militar de Suecia» e interferencias con el ejército. Las turbinas, como tal, ya se han convertido en objetivo de la vigilancia del Kremlin.
En ese sentido, Baltic Power cartografió las amenazas potenciales en la región antes de iniciar la construcción.
No tardaron en caer víctimas de la suplantación de identidad, en la que los barcos fingen ser alguien o estar en algún lugar que no es. Los incidentes de interferencia de señales obligaron a revisar los planes, según Godek
Ante esta nueva realidad, WindEurope ha contratado a ex militares para que actúen de enlace con la OTAN.
«Ahora no puedes construir un parque eólico marino en Bélgica si no te comprometes a compartir datos con los militares y a alojar sus equipos si te lo piden», explica Dickson
Verlinden explica que Parkwind cuenta con las bases para que los guardacostas instalen sensores y sistemas de detección multiuso. Los empleados acuden casi a diario a las turbinas marinas e informan de cualquier irregularidad.
La empresa realiza maniobras conjuntas en Bélgica «para formar, verificar y demostrar nuestra preparación frente a las amenazas a la seguridad» con los guardacostas, explica Verlinden, al tiempo que agrega que «estamos dispuestos a compartir nuestros datos».
Pero la perspectiva de que una red de aerogeneradores comparta datos entre sí, con sus operadores y con los gobiernos, también plantea interrogantes.
En ese sentido, Pawlak subraya la necesidad de que los legisladores aclaren si los operadores deben tener acceso a la información que recojan. Una estrecha colaboración con el ejército plantearía cuestiones jurídicas que «no están del todo claras», afirma.
Observación de aves
Mientras tanto, Edward Zakrajsek, responsable para el mercado europeo de la empresa de radares DeTect, explica que los aerogeneradores tienen un largo historial de observación de la zona donde están implantados.
«Los pájaros fueron lo primero, pero hace unos diez años aparecieron en el mercado los drones privados, y ahora todo el mundo puede pilotar uno», explica.
Los radares ya «vigilan incluso a pájaros concretos con un alcance de 10 kilómetros las 24 horas del día (…) los drones son del tamaño de un pájaro», asegura.
Cuantos más parques eólicos marinos puedan conectarse en red, mejores serán los datos de vigilancia y, según Zakrajsek, «cuanto más alejados estén, mejor».
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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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