Bruselas (Euractiv.com/.es) – El exvicepresidente de la Comisión Europea Margaritis Schinas, uno de los principales artífices del renovado Pacto de Migración y Asilo de la Unión Europea (UE), admite en una entrevista con Euractiv que trasladar ese acuerdo a la práctica será muy difícil, especialmente los denominados «centros de retorno» para inmigrantes.
Schinas, que fue vicepresidente de la Comisión Europea de 2019 a 2024, asegura que ese instrumento comunitario, cuyo objetivo es contribuir a aliviar y acelerar la gestión de los flujos migratorios, es excesivamente complejo de aplicar en muchas de sus vertientes.
La aprobación del controvertido Pacto en 2024 conllevó una profunda revisión del sistema de migración y asilo de la Unión Europea.
Las nuevas normas entrarán en vigor en el verano de 2026, pero la fase preliminar de aplicación del acuerdo ya está en marcha, en un contexto político europeo más favorable a que el bloque comunitario adopte posturas más duras en la materia.
Implementar los 10 expedientes legislativos que integran el Pacto no será tarea sencilla, admite Schinas.
Los Estados miembros del bloque comunitario tendrían que haber presentado sus planes nacionales de aplicación del texto antes de diciembre de 2024, pero varios socios siguen dilatando su respuesta.
Un ejemplo de ello es Hungría, que aún no ha presentado su plan. «El Pacto significa el fin de Hungría», aseguró el pasado lunes el primer ministro ultranacionalista del país, Viktor Orbán.
Otros socios del bloque, entre ellos Polonia, rechazan aplicar el texto.
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¿Qué opina del aparente cambio en la política migratoria de la UE, en la que cada vez más Estados miembros abogan por más «mano dura»?
La evolución de la política migratoria a nivel nacional y europeo no es el resultado de un experimento de laboratorio. La política sigue lo que la gente y los votantes quieren.
La gente en toda Europa -y yo diría que en todas las familias políticas- quiere más orden en la migración y en la gestión de la migración. Quieren procedimientos, controles, gestión de las fronteras. Quieren solidaridad [entre los países de la UE], y quieren retornos.
Parece haber mayor unidad entre los socios europeos sobre política migratoria. Resulta sorprendente, teniendo en cuenta que hace unos años incluir la inmigración en la agenda de la UE habría provocado grandes divisiones.
Estoy totalmente de acuerdo en que ahora tenemos un nuevo (…) ¿cómo llamarlo? En francés lo llamaríamos una «prise de conscience» [mayor concienciación] sobre la migración.
Me satisface comprobar que eso (…) se está intensificando, e impregna la política más allá de la migración. Se extiende a la política exterior, a la política de desarrollo, a la forma en que gastamos nuestro dinero en terceros países… y todo eso es positivo.
¿Cree que el concepto de «centros de retorno» habría sido posible hace tan sólo cinco años?
Creo que hay un sector político que quiere explorar esos centros de retorno y las soluciones extraterritoriales. En principio no me opongo, pero no creo que sea algo fácil de hacer.
¿Desde el punto de vista jurídico?
Desde todos los puntos de vista, a juzgar por lo que he visto y lo que he intentado hacer en los últimos cinco años. Mi consejo sería: Estaría bien explorar, pero sería un error perseguir un objetivo no realizable a corto plazo, o crear expectativas.
No estoy seguro de que esa sea la forma de proceder. Pertenezco a una escuela de pensamiento según la cual la política debe basarse en lo que es factible.
Usted coordinó los trabajos de la Comisión sobre el nuevo Pacto de Migración y Asilo de 2019 a 2024. ¿Cómo valora los avances logrados hasta ahora, teniendo en cuenta que varios Estados miembros aún no han presentado sus estrategias nacionales?
Creo que no se puede responder a esa pregunta sin analizar cómo era la política europea de migración en el pasado [antes de 2019]. La respuesta corta es: no había ninguna.
Hubo repetidos intentos y esfuerzos que fracasaron. Lo único que teníamos era un plan de reubicación obligatoria, tomando a personas de Italia y Grecia tras el colapso de Siria [en 2015, Europa experimentó una importante crisis migratoria, impulsada en gran medida por un aumento de los refugiados que huían del conflicto y la inestabilidad en Siria y otros países].
Estoy muy orgulloso de que, al final de mi mandato, consiguiéramos tener el primer marco regulador de la migración y el asilo.
No me cabe duda de que todo lo que está ocurriendo -ahora o el año que viene, cuando entre en vigor el pacto- será una enorme mejora en comparación con la situación de diciembre de 2019.
Polonia y Hungría se oponen al nuevo Pacto. Si no lo aplican, ¿se arriesgan a poner en peligro todo el plan?
Ha habido algunas objeciones, pero creo que es justo decir que estas objeciones no se han materializado -a diferencia de 2015- en un bloqueo del Pacto.
La posición de cada Estado miembro es legítima. Sin embargo, yo diría que han sido posturas de Estados miembros [Hungría, Polonia] que querían dejar clara su posición sobre la migración, en lugar de bloquear a Europa para que tuviera una política migratoria global.
Es muy revelador que hayamos perdido (el apoyo de) Varsovia y Budapest, pero hayamos ganado el de Roma, de (la primera ministra italiana) Giorgia Meloni. Soy optimista y creo que esto no obstaculizará ni impedirá la aplicación del Pacto.
¿Ve posibilidades de que el consenso se desmorone una vez que se pongan sobre la mesa cifras concretas , como las del Fondo de Solidaridad, en octubre?
No estoy de acuerdo. Hemos invertido mucho tiempo, esfuerzo y recursos en este enfoque regulador europeo. Sería suicida para Europa llegar al punto en el que estamos ahora y luego empezar a deshacerlo.
No veo a quién beneficiaría hacerlo. Los únicos que se alegrarían si no cumplimos nuestros compromisos regulatorios serían los que quieren destruir Europa: los Le Pen y los Mélenchon de este mundo… los Podemos y los Vox.
Los que han estado constantemente atacando el Pacto y pidiendo su demolición son los extremos -tanto a la derecha como a la izquierda.
Quiero dejar claro que no pongo a Varsovia y Budapest en ese lugar, es otra Liga. Con sus posturas quieren recordarnos cómo ven la política migratoria. Pero repito que no creo que impidan que Europa tenga y aplique una política reguladora común en materia de migración.
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(Editado por Victoria Becker/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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