¿Por qué es tan cara la electricidad en Europa? Austria tiene la respuesta

Bruselas (Euractiv.com/.es) – Las compañías energéticas austriacas se niegan a competir entre sí, y por ello los consumidores están a merced del «dictado» de esas empresas, con lo cual acaban pagando facturas mucho más elevadas de lo que deberían: un problema que se repite en toda la Unión Europea (UE).

Cuando los precios de la energía en Austria, país «adicto» al gas ruso, se dispararon -y la principal empresa de servicios públicos de Viena estuvo a punto de quebrar-, el gobierno ordenó a la autoridad de competencia y al regulador energético que examinaran el sector.

Dos años después, su informe final ofrece una imagen muy negativa de un mercado energético que parece congelado en el tiempo.

«Tras 24 años de liberalización, todavía no existe un mercado nacional competitivo que funcione», comentó la semana pasada Natalie Harsdorf, directora de la autoridad austriaca de la competencia, la BWB.

En lugar de competir a escala nacional por el negocio de los millones de hogares austriacos, las empresas han creado reinos de taifas regionales o, en palabras de Harsdorf, «tenemos empresas regionales que dominan los mercados».

Austria tiene una de las tasas de cambio de contrato más bajas de Europa, un indicador clave para medir la competitividad del mercado, con sólo un 4,5%. Un nuevo contrato de suministro -del tipo más habitual- es actualmente un 10% más caro que en la vecina Alemania.

La investigación reveló un mercado minorista de la electricidad plagado de «innumerables participaciones cruzadas entre empresas».

Eso supone que cada empresa regional posee participaciones en otras.

«La pregunta que se plantea es: ¿quieren estas empresas participar en la competencia austriaca?», asegura Wolfgang Urbantschitsch, director del regulador energético del país, E-Control.

La principal empresa de servicios públicos de Viena posee el 28% de EVN, de Baja Austria, que a su vez tiene una participación indirecta del 36% en el principal proveedor de energía de Burgenland. La mayoría de las empresas poseen también acciones de Verbund, el principal productor de electricidad de Austria.

Entonces, ¿para qué competir? «Parece que no lo necesitan», concluye Urbantschitsch.

La situación es tan grave que Austria es pionera en la promulgación de un nuevo conjunto de leyes antimonopolio destinadas a frenar el dominio de los grandes proveedores de energía.

La legislación, aprobada en 2024, obliga a las empresas a igualar las condiciones favorables al consumidor ofrecidas en otros lugares, o a explicar por qué no lo hacen.

«La BWB se centra ahora en investigaciones individuales», comenta Harsdorf.

La UE, en apuros

Austria no está ni mucho menos sola. Dos importantes indicadores sugieren que la Unión Europea (UE) en su conjunto está empeñada en fomentar una competencia real para los consumidores minoristas de electricidad.

No obstante, apenas el 7,15% de los consumidores domésticos europeos cambiarán de suministrador en 2023, según datos de mercado del Consejo de Reguladores Europeos de la Energía (CEER) y el organismo de vigilancia de la UE (ACER).

Y a pesar de todas los deficiencias del sector en Austria, ocho países europeos, entre ellos Rumanía, Eslovaquia, Polonia y Luxemburgo, lo hacen aún peor.

El problema es que las empresas que dominan el mercado tienden a retener a los consumidores.

Según los reguladores, una vez que el porcentaje de cambio de proveedor cae por debajo del 10%, el 73% de los hogares quedan atrapados en un proveedor dominante.

El índice Herfindahl-Hirschman (IHH), medida habitual de la concentración del mercado, ofrece una explicación similar.

En 2023, sólo cinco países de la UE estarán en «verde», lo cual indica un mercado competitivo y sin problemas.

Otros nueve -entre ellos Bélgica, Polonia, Italia y España– estaban en la zona «naranja»,y muestran señales preocupantes de concentración.

Otros nueve países de la UE están en «rojo», lo cual significa que una o muy pocas empresas dominan el mercado minorista, lo cual deja a los consumidores vulnerables en una situación de especial desprotección.

Con demasiada frecuencia, esa supervisión brilla por su ausencia. Alemania es un ejemplo de ello. Los operadores de redes locales obtuvieron en 2023 un asombroso 20,2% de rentabilidad de la inversión, según una investigación del grupo de reflexión BNE.

«Si los operadores de red pueden obtener semejante rentabilidad, es que algo falla en el marco regulador», asegura Robert Busch, Director General de BNE.

En algunos casos extremos, como el de EWE, los beneficios alcanzaron el 50% del capital, según BNE.

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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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