¿Qué impacto tiene el acuerdo UE-EE.UU. en la difícil relación de Bruselas con China?

Bruselas (Euractiv.com/.es) – La Unión Europea (UE) y Estados Unidos siguen sin ponerse de acuerdo sobre qué fue lo que, exactamente, acordaron ambas partes en su reciente pacto comercial transatlántico, aunque en cuestión de seguridad económica global sí parecen estar en la misma línea: China es el «rival».

A pesar de haber ofrecido versiones contradictorias del acuerdo firmado en Escocia, ambas partes se comprometieron de manera explícita a «mejorar la resistencia de la cadena de suministro», «abordar las políticas no relacionadas con el mercado» y «cooperar» en la selección de inversiones y el control de las exportaciones.

Todo eso parece una referencia apenas velada de Bruselas y Washington a la reducción de la dependencia de China para los productos estratégicos y a la protección de las industrias occidentales frente a la cada vez más feroz competencia china.

La seguridad económica fue también «uno de los temas más fáciles» en las recientes conversaciones entre la UE y Estados Unidos, según un alto funcionario de la Comisión Europea.

«Todas las herramientas e instrumentos de seguridad económica de que disponemos dan pie a una buena conversación», comentó la misma fuente, al tiempo que añadió que está previsto que se celebren nuevos contactos.

Según apuntan numerosos analistas, el uso de un tono casi idéntico al de Washington sugiere que la UE -que oficialmente se ha comprometido a «desvincularse, pero no a desvincularse» de China- se está acercando a la postura más dura de Estados Unidos con Pekín.

«Creo que es la señal definitiva de que la UE se une a Estados Unidos en relación con (la política con) China», explica a Euractiv Varg Folkman, analista del European Policy Centre (EPC), un importante grupo de reflexión con sede en Bruselas.

«Creo que los chinos lo verán así: serían tontos si no lo hicieran», agrega el investigador.

Pekín, que ha cargado contra los acuerdos comerciales de Estados Unidos con  Reino Unido y Vietnam, reaccionó con algo más de suavidad al acuerdo entre la UE y Estados Unidos.

«Rechazamos de plano cualquier intento de llegar a un acuerdo a costa de los intereses de China», comentó el portavoz del ministerio chino de Asuntos Exteriores , Guo Jiakun, un día después de que se anunciara el acuerdo comercial transatlántico.

Pocos detalles y muchas dudas

A pesar de los compromisos adoptados, Bruselas no ha brindado hasta la fecha información detallada sobre cómo la UE y Estados Unidos piensan abordar las «el exceso de capacidad» de Pekín o su control sobre el suministro mundial de minerales esenciales, elemento clave para la producción de automóviles, teléfonos inteligentes y otras tecnologías avanzadas.

«Me parece que no se ha dado toda la información sobre el acuerdo entre la UE y Estados Unidos, especialmente en lo que se refiere a la parte de seguridad económica», asegura Alicia García Herrero, investigadora principal del grupo de reflexión Bruegel, de Bruselas.

«Nos estamos perdiendo una gran parte del panorama», agrega la investigadora española en declaraciones a Euractiv.

En ese sentido, un alto funcionario de la Comisión Europea explicó esta semana que la  prevista declaración conjunta UE-EE.UU. sobre el acuerdo comercial -la cual está «lista en un 90-95%»- no ofrecerá detalles sobre la cooperación de seguridad económica, sino que incluirá  «una redacción bastante amplia» que Bruselas «desarrollará [sobre la marcha]».

García Herrero señala que esa ambigüedad es probablemente intencionada, teniendo en cuenta que China no sólo es la segunda economía mundial, sino también el segundo socio comercial de la UE.

Japón, que llegó a un acuerdo similar con Washington el mes pasado, tampoco ha explicado de qué manera va a cooperar con Estados Unidos en su política con China.

«Los japoneses no pusieron negro sobre blanco sus desacuerdos ni tampoco qué piensan hacer, porque es demasiado arriesgado», comenta García Herrero.

«Yo también plantearía preguntas a Europa: ‘¿Estamos cercando a China? (…)», agrega la experta.

Pelea (comercial)

El acuerdo entre Estados Unidos y la UE se ha gestado en un contexto de empeoramiento de la relación entre Bruselas y Pekín, tensa desde hace tiempo por la situación de los derechos humanos en el gigante asiático y el estatus de Taiwán.

La aplicación a principios de año por parte de Pekín de fuertes controles a la exportación de minerales esenciales -en respuesta a la imposición por el presidente estadounidense, Donald Trump, de un gravamen general del 145% a Pekín- ha puesto nerviosos a los responsables políticos de la UE, forzando además varios cierres temporales de la producción en Europa.

Por otro lado, los renovados lazos de China con Rusia han exacerbado la tensión, al tiempo que los líderes europeos se esfuerzan por mantener un fuerte apoyo a Ucrania, ante el recrudecimiento de la ofensiva rusa y la retirada gradual de Estados Unidos de su «paraguas» defensivo en Europa en el marco de la OTAN.

Sin embargo, Trump, que ha elogiado en varias ocasiones al presidente ruso, Vladimir Putin, y ha prometido acabar con la guerra de Ucrania «en 24 horas«, ha cambiado su tono,  amenazando recientemente con imponer «aranceles secundarios» a India y China por comprar petróleo ruso.

Algunos analistas sugieren que Bruselas puede haber logrado ese cambio de tono de Trump a modo de concesión durante las últimas negociaciones comerciales.

«En relación con la seguridad económica de Europa, Estados Unidos, en mi opinión, ha estado dispuesto a ofrecer algo: está presionando a India y China para que corten lazos con Rusia», afirma García Herrero.

«Estados Unidos quiere aislar a China y excluirla de las cadenas de suministro. Europa está diciendo: ‘Bien, estoy contigo’, pero quieren que Estados Unidos sea más duro con Rusia», agrega la investigadora.

Una base débil 

Sin embargo, otros expertos y analistas se preguntan si el acuerdo comercial bilateral ofrece en realidad una base endeble para la cooperación económica o política.

«Dada la inestabilidad general del acuerdo», el compromiso de impulsar la cooperación en materia de seguridad económica «parece una base endeble para una cooperación transatlántica seria», asegura Nils Redeker, Director Adjunto del Centro Jacques Delors, otro importante grupo de reflexión.

Redeker considera que la política de la UE con China se ha debilitado por las «divisiones internas» del bloque comunitario, que también obstaculizaron las negociaciones de Europa con Washington.

En ese sentido, el investigador señala las fuertes divisiones existentes entre las capitales de la UE por la decisión de la Comisión de imponer en 2024 aranceles a los vehículos eléctricos chinos.

Los gravámenes contaron con el respaldo de Francia, pero con la férrea oposición de Alemania, cuyo sector automovilístico, muy orientado a la exportación, está muy vinculado al mercado chino.

«Una lección clave del acuerdo con Estados Unidos es que la UE aún no ha encontrado su posición estratégica en un panorama comercial que cambia rápidamente (…) y por ahora, lo mismo puede decirse de su acercamiento a China», concluye el experto.

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(Editado por Martina Monti/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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