La «invasión» de algas pardas en España se extiende por Europa

Madrid/Bruselas (Euractiv.com/.es) – El alga parda asiática, asfixiante y maloliente, que lleva una década afectando a los pescadores del sur de España, podría estar avanzando por el Mediterráneo, adentrándose en el Golfo de Vizcaya.

A pesar de su exótico nombre, el alga rugulopteryx okamurae se ha convertido en un azote en el Estrecho de Gibraltar, donde las playas de arena blanca de Cádiz a Málaga se están volviendo de color marrón oliva oscuro a medida que el lodo marino empapado se arrastra hacia la tierra, asfixiando la vida silvestre y alterando los hábitats a su paso.

«He visto auténticas montañas de algas. Y apestan, huelen fatal», explica a Euractiv Basilio Otero, presidente de la Federación Española de Cofradías de Pescadores, que lo describe como una invasión en toda regla. «Durante la temporada alta, estamos completamente invadidos», agrega.

Originaria del Pacífico, el alga invasora probablemente llegó a Europa a través del vertido de aguas de lastre de buques internacionales y ha vuelto a ser noticia este verano por los trastornos que ha causado a los turistas en la costa sur de España.

Más allá del turismo y de las molestias para los lugareños, también hay un coste económico más devastador. En declaraciones a Euractiv, Nicolás Fernández, representante de las cofradías de pescadores de Cádiz, afirma que su teléfono está lleno de fotos de barcos repletos de algas en los muelles.

La situación es aún peor bajo la superficie del agua. «Un amigo mío hace fotografía submarina y nos enseñó lo que estaba viendo (…) las algas se agarran a una roca, la envuelven y matan todo lo que hay debajo», comenta Fernández, al tiempo que agrega que es «como colocar una sábana de césped de fútbol sobre el fondo marino»

Esa masa tupida que se extiende por el lecho marino ha asfixiado lentamente los ecosistemas marinos porque las almejas, las conchas y los moluscos de los que se alimentan los peces más grandes quedan enterrados bajo las algas.

«[En el Cabo de Trafalgar], no hemos pescado ni un solo pulpo desde 2016 (…) ha transformado drásticamente el ecosistema», explica.

Extensión a otras regiones de Europa

El problema no se detiene en España: el alga ya se ha extendido hacia el Este más adentro del Mediterráneo, avanzando por la costa sur del país, hasta llegar a Francia y Argelia, e incluso abriéndose camino hasta Sicilia, donde se detectó por primera vez el año pasado.

Otero, miembro del lobby de la pesca de España, advierte de que no se detendrá en el Mediterráneo a corto plazo.

«La gente del norte se siente segura porque las aguas son más frías, pero el alga se está adaptando y ya la hemos encontrado en el Golfo de Vizcaya (…) no llegará a Bruselas, por supuesto, pero Bélgica podría verse afectada pronto», agrega.

El problema es que no es fácil de tratar- El alga parda se comporta de forma diferente a otras especies invasoras que aparecen a finales de verano en todo el continente.

«Esta cosa se reproduce cuando la rompes, así que hay que tener mucho cuidado (…) cuanto más la destruyes, más rápido se extiende», explica.

Una lucha sin cuartel

Ante la acumulación de toneladas de algas, la Junta de Andalucía ha adoptado una estrategia para reutilizarlas.

Las autoridades apoyan a los científicos, que no encuentran el modo de derrotar al invasor a corto plazo, para que busquen formas de convertir las algas en biocombustible, biomateriales e incluso sandalias. Recientemente se ha dado luz verde a un intento de convertirla en fertilizante.

Pero eso no ayuda a quienes se encuentran en alta mar con sus embarcaciones cubiertas de esta sustancia viscosa.

Las redes obstruidas por las algas y la desaparición de las poblaciones de peces auguran la muerte de la pesca artesanal en la región, advierte Fernández, sobre todo para las embarcaciones más pequeñas que no tienen capacidad para seguir la migración de las poblaciones de peces.

Su padre, de 94 años, recuerda cómo echaba las redes hace décadas, pero ese mundo puede acabar pronto.

«Las autoridades nos dicen que no arrojemos las algas al mar al recoger las redes», explica Fernández. «Pero, ¿qué se supone que debemos hacer, comérnoslas?», se pregunta.

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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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