La crisis de los fertilizantes hace más vulnerable a la industria europea de defensa

Bruselas (Euractiv.com/.es) – ¿Qué tienen en común un proyectil de artillería de 155 mm y un campo de trigo germinado? El amoníaco.

El amoníaco, un ingrediente clave en la producción de fertilizantes, también se encuentra en el núcleo de los explosivos modernos.

Los agricultores y productores de fertilizantes de la Unión Europea (UE) conocen muy bien el elevado coste del amoníaco, cuya producción se ha encarecido en Europa desde la crisis energética posterior a la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022.

Pero en el sector de la defensa se está gestando una interdependencia más silenciosa, puesto que los productores de armas necesitan en gran medida las importaciones de amoníaco de fuera de la UE, una vulnerabilidad potencial en un mundo plagado de incertidumbres geopolíticas.

Rusia ha sido tradicionalmente uno de los principales proveedores de amoníaco de la UE, y los alimentos, fertilizantes y amoníaco en bruto rusos han quedado exentos de las sanciones del bloque comunitario europeo, para no poner en peligro la seguridad alimentaria mundial.

Según Stephen Jackson, director de Ammonia Europe, el lobby europeo del sector, alrededor del 80% del amoníaco mundial se utiliza en fertilizantes, mientras que los usos militares sólo representan un 3%.

Pero el papel del amoníaco en el sector de la defensa es fundamental como ingrediente esencial del ácido nítrico, un producto químico utilizado en explosivos, pólvora y combustible para cohetes.

Tanto el ácido nítrico como el amoniaco para fertilizantes se suelen producir en las mismas plantas. En Europa, las fábricas más importantes están situadas en Alemania, Polonia, Noruega y España, según Jackson.

Por eso, cuando la producción de fertilizantes se desploma, el efecto se nota en otros sectores.

Muchas plantas de amoniaco están cerrando, reduciendo su capacidad de producción o recurriendo al amoniaco importado, ya que la fabricación depende del gas natural como materia prima clave.

El fuerte aumento de los precios del gas natural en Europa supone que el amoníaco se produce ahora, en gran medida, en Rusia y Estados Unidos, donde los precios son mucho más bajos.

«Si a los elevados costes del gas se añade el envejecimiento de las plantas, la producción de amoníaco en Europa es muy, muy cara», explica Lizzy Lancaster, periodista especializada en el tema, de Argus Media.

La situación se ha agravado por la guerra en Ucrania y el freno al gas ruso barato, añade.

La crisis de los fertilizantes desatada en 2022, tras la invasión rusa de Ucrania y el aumento de los precios de la energía, fue en realidad una crisis del amoniaco. Ese verano, los fabricantes redujeron la producción hasta un 70%.

Aunque desde entonces la industria ha recuperado parte de su capacidad, la crisis marcó el principio del fin del amoníaco fabricado en la UE, puesto que los elevados costes de producción lo hacen poco competitivo frente a las importaciones.

El consejero delegado del gigante agroquímico alemán BASF, Markus Kamieth, advirtió  el pasado mes de febrero de que en el futuro «el amoníaco ya no se producirá en Europa, sino que se importará».

Como muestra de ello, la empresa alemana anunció recientemente el cierre de algunas de sus plantas de amoníaco.

Por otra parte, el productor noruego de fertilizantes Yara confirmó su intención de cerrar su última planta de amoníaco en Reino Unido, después de haber echado el cierre poco antes a su planta de la localidad belga de Tertre.

Malas noticias para los alimentos y los explosivos

Esta tendencia no es sólo una mala noticia para la agricultura; es un problema creciente para los fabricantes de armas europeos.

«Para el ácido nítrico, necesitamos productores de fertilizantes. En la actualidad, dependemos en gran medida de los productores rusos», explica en declaraciones a Euractiv Thierry Francou, Director General del gigante francés de la pólvora Eurenco.

Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, los productores europeos de fertilizantes se han estado lamentando de la competencia desleal, y alegan que las importaciones rusas -fabricadas con gas barato subvencionado por el Estado- inundan el mercado de la UE, estableciendo una feroz competencia -con precios más bajos- respecto a la producción nacional.

En ese sentido, Francou asegura que los fertilizantes rusos fueron importados a la UE «sin ninguna barrera comercial».

Aunque el amoníaco permanece al margen de las sanciones europeas, la UE ha tomado medidas para reducir las importaciones procedentes de Rusia aumentando los aranceles y buscando proveedores alternativos.

El pasado mes de julio la UE impuso aranceles a los fertilizantes nitrogenados rusos, entre los que se incluyen los productos a base de amoníaco, una medida que un portavoz de Yara calificó de «demasiado escasa y demasiado tardía».

Por otro lado, una investigación de Bloomberg reveló en marzo que los fabricantes rusos de explosivos utilizaron empresas de fertilizantes de propiedad rusa que operaban en Europa para mantener el suministro de ácido nítrico para la guerra, aprovechando las excepciones previstas en las sanciones de la UE para proteger la seguridad alimentaria.

Un material clave en la industria de defensa

La Comisión Europea ha impulsado programas para reforzar a la industria europea de defensa a través de una batería de iniciativas, desde el programa de préstamos para adquisiciones militares SAFE (por sus siglas en inglés), dotado con 150.000 millones de euros, hasta el Programa Europeo para la Industria de Defensa (EDIP, por sus siglas en inglés), dotado con 1.500 millones de euros y destinado a modernizar la industria militar europea, que se encuentra en fase de negociación.

Pero las materias primas clave, como el amoníaco y el ácido nítrico, no siempre forman parte de las negociaciones.

Los principales CEO de la industria de defensa sostienen que no se podrá aumentar la producción si no se refuerzan paralelamente los cimientos de la industria química europea.

Además, cargan contra la normativa medioambiental de la UE a la cual acusan de entorpecer el desarrollo del sector.

A principios de este año, Eurenco reabrió una fábrica de producción de pólvora en la localidad francesa de Bergerac.

Para poder gestionar el aumento de pedidos, Francou explica que su empresa tiene previsto aumentar la producción de pólvora en esa fábrica hasta 1.200 toneladas al año, que se incrementará gradualmente a 1.800 toneladas al año.

El aumento de la capacidad de producción de pólvora figura en el núcleo de la estrategia europea para garantizar el suministro de materiales esenciales para la defensa.

Durante una visita a esas instalaciones en 2024, el presidente francés, Emmanuel Macron, señaló que el traslado forma parte de la «economía de guerra» de Francia, en un momento de «cambio geopolítico y geoestratégico en el cual la industria de defensa desempeñará un papel cada vez más importante».

Sin embargo, en opinión de Francou, tener una industria química europea robusta también formar parte de ese cambio estratégico. «Sin industria química, no tenemos capacidad para fabricar pólvora», asegura.

«Sean cuales sean las dependencias que sufre el sector agrícola, lo mismo ocurre con la defensa», agrega Jackson.

La Comisión Europea ha dado algunos pasos iniciales para abordar la cuestión. En julio, calificó el amoníaco de producto químico «esencial» para la economía de la UE en su Plan de Acción de la Industria Química Europea para impulsar la producción de productos químicos en la UE .

«Nos alegramos de que por una vez se nos reconozca como esenciales», dice Jackson.

De Moscú a Luisiana

Pero los planes de Bruselas no bastan para impulsar a la industria de fertilizantes en la UE, que sigue lastrada por los elevados precios del gas.

Analistas del mercado, entre ellos Lancaster, vaticinan que Europa necesitará duplicar las importaciones de amoníaco en los próximos cinco años.

«Estados Unidos será un proveedor cada vez más importante para Europa, porque allí hay más capacidad (…) y el gas natural es muy barato», afirma Lancaster.

En la actualidad, el amoníaco producido en Estados Unidos está sujeto a aranceles del 5,5%, pero el bloque podría suprimirlos en el marco del acuerdo comercial alcanzado entre Bruselas y Washington el 27 de julio.

La semana pasada, un alto funcionario de la UE aseguró que Bruselas reduciría a cero los aranceles a algunos fertilizantes estadounidenses para sustituir las importaciones rusas, pero no especificó si eso podría incluir al amoníaco.

A pesar de los aranceles, Estados Unidos es el principal proveedor de amoníaco a medida que se eliminan las importaciones rusas. Las importaciones de amoníaco de fabricación estadounidense pasaron de 17.800 toneladas en 2019 a 141.800 toneladas en 2024.

Otros proveedores destacados son Trinidad y Tobago, Egipto -donde la UE trabaja para estrechar lazos- y Argelia.

Pero mientras que los mercados globales ofrecen flexibilidad a corto plazo, los cambios políticos pueden desencadenar crisis de suministro que se propagan a través de las cadenas de suministro tanto de alimentos como de defensa.

Y las tensiones creadas por las tácticas comerciales del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han expuesto a la UE a esas perturbaciones.

«No solo dependeremos de Rusia, sino también de Trump», advierte Antoine Hoxha, director general de Fertilisers Europe.

«Tenemos que seguir produciéndolo en Europa, es estratégico, y no podemos depender de socios externos para defensa, alimentación o combustibles limpios», asegura Jackson.

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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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