Historia de dos cumbres: de gira por Asia, los líderes europeos cortejan a Japón y pasan de puntillas por China

Bruselas (Euractiv.com/.es) –  Los dirigentes de la Unión Europea viajarán esta semana por le continente asiático con la misión de estrechar lazos con la segunda economía de la región, Japón, manteniendo sutilmente alejado a la potencia hegemónica del hemisferio oriental.

El miércoles, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo, António Costa, y la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, celebrarán una cumbre con sus homólogos japoneses en Tokio para sellar un esperado acuerdo sobre tierras raras destinado a reducir la dependencia de China, y avanzar en las conversaciones sobre un acuerdo bilateral de seguridad.

Un día después, el trío aterrizará en Pekín para conmemorar el 50 aniversario de las relaciones diplomáticas entre la UE y China.

La secuencia no es casual. Europa ha coreografiado durante meses cuidadosamente su diplomacia en el Indo-Pacífico, para protegerse de una relación cada vez más tensa con Pekín.

Europa también se enfrenta a la intensa presión de la administración Trump para reducir su dependencia de China, el segundo mayor socio comercial de la UE después de Estados Unidos.

El cambio de postura de Von der Leyen

Es poco probable que una llamativa cumbre de un día en Pekín sirva para disimular las crecientes fricciones. Lo que se suponía que iba a ser una celebración de cinco décadas de compromiso corre ahora el riesgo de poner de manifiesto la amplitud real de las desavenencias.

Las violaciones de los derechos humanos cometidas por China contra su minoría musulmana uigur -que durante mucho tiempo han sido un elemento central de las tensiones bilaterales, junto a cualquier mención europea al status quo de Taiwán- probablemente serán pleanteadas, pero, a diferencia de años anteriores, no son los únicos puntos de discordia.

El desmesurado déficit comercial de Europa con China -más de 400.000 millones de euros el año pasado- sigue siendo un punto clave.

Bruselas acusa a Pekín de distorsionar la competencia mediante subvenciones, restringir el acceso al mercado y proteger a sus campeones nacionales de los rivales extranjeros. Los funcionarios de la UE esperan pocos avances, sobre todo teniendo en cuenta que este año ni siquiera se ha celebrado el diálogo comercial bilateral habitual, que suele servir de antesala de cara a la cumbre.

En los últimos meses Von der Leyen ha cambiado su postura sobre China. Con un tono reciente más duro, la presidenta ha calificado de «desequilibrados e insostenibles» los lazos económicos de la UE con China, y ha pedido a Pekín que abra sus mercados y relaje los controles a la exportación de materiales críticos.

Sin embargo, la fuerte dependencia de Europa con el comercio chino, incluso en sectores fundamentales para su transición ecológica y sus ambiciones digitales, dificulta que la UE pase a la acción, a pesar de la creciente presión de Washington.

«Los recientes controles de las exportaciones chinas de minerales críticos e imanes permanentes, algunos de los cuales son esenciales para las tecnologías limpias, demuestran que está dispuesta a golpear donde más duele cuando la geopolítica lo exige», declaró Byford Tsand, investigador principal del think tank Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).

«Antes de firmar una asociación climática más estrecha con Pekín, Europa debería preguntarse si está dispuesta a aceptar los términos y condiciones de depender de China Inc. para su transición energética», añadió Tsand.

La ampliación de los lazos con Japón, enfocada en minerales críticos y tierras raras, forma parte de un impulso más amplio para reducir la exposición de Europa al dominio de China sobre cadenas de suministro clave, desde las tecnologías verdes hasta los vehículos eléctricos. La profundización de la alianza con Tokio no sólo tiene que ver con los recursos, sino también con la señalización de aspiraciones estratégicas: Europa se diversifica.

«Japón ha dado una respuesta más contundente para reducir su dependencia de las exportaciones chinas en estos ámbitos», afirma Jeroen Groenewegen-Lau, del Mercator Institute for China Studies (MERICS).

«Muchos de sus componentes -explotación minera, reciclaje, asociación con otros socios para asegurar y diversificar las cadenas de suministro- también se están considerando en Europa»

Triángulo comercial de Trump

Pero atrapada entre Trump y Xi, Bruselas está lidiando con una recalibración más amplia.

La segunda presidencia de Trump ha obligado a los líderes europeos a clarificar su política hacia China, un país que antes describían como «un socio, un competidor y un rival sistémico», pero que cada vez encaja más en las dos últimas categorías.

«Europa no se hace ilusiones de que esta cumbre no vaya a ser un momento de negociación, ya que tanto Europa como China están inmersas en negociaciones comerciales con Estados Unidos», afirma Abigaël Vasselier, de MERICS.

«Los dirigentes chinos están bastante preocupados por lo que pueda haber en el acuerdo UE-EEUU y temen que China pueda ser una contrapartida a las garantías de seguridad de EEUU y al papel de Washington en la arquitectura de seguridad europea», añadió.

En lo que respecta a Washington, Bruselas no ha decidido si está dispuesta a ir lo suficientemente lejos con respecto a China como parte de una oferta más amplia de la UE para evitar los amplios aranceles de Donald Trump sobre las exportaciones europeas.

Pekín parece deseoso de aprovechar la cumbre para abrir una brecha entre Bruselas y Washington.

«El principal objetivo de China con la cumbre es impulsar una recalibración de las relaciones entre la UE y Estados Unidos llamando la atención sobre las incoherencias de la política estadounidense», afirma William Yang, del International Crisis Group.

«Mientras tanto, se presenta como ‘defensor’ del sistema de comercio internacional basado en normas e insta a Bruselas a unir fuerzas para hacer frente a lo que Pekín califica de prácticas comerciales ‘proteccionistas’ de Washington», afirma Yang.

Rusia en el punto de mira

En vísperas de la cumbre, las autoridades chinas instaron a sus homólogos europeos a abstenerse de llevar a cabo acciones «contraproducentes» antes de la visita, según declaró un funcionario de la UE a Euractiv. Pero es poco probable que Bruselas les haga caso.

Pero no es probable que se eviten, sobre todo porque la guerra de Rusia contra Ucrania sigue proyectando una sombra cada vez más oscura sobre cada intercambio diplomático.

Bruselas considera que China respalda tácitamente los esfuerzos bélicos de Rusia, haciéndose eco de los argumentos del Kremlin al comerciar con entidades sancionadas y haciendo la vista gorda a las exportaciones de doble uso. Pekín, por supuesto, niega las acusaciones.

La semana pasada, la UE acordó un nuevo paquete de sanciones contra Rusia dirigidas a los ingresos petroleros y la capacidad militar de Moscú, incluidas varias empresas e instituciones financieras chinas. El Ministerio de Comercio chino condenó la medida y advirtió del «grave impacto negativo» en el comercio bilateral.

En privado, la postura de Pekín es aún más franca. Según un informe del South China Morning Post, el Ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, afirmó a Kaja Kallas a principios de este mes que China «no puede permitirse que Rusia pierda» la guerra.

Para Bruselas, esta rotunda admisión confirma lo que muchos sospechaban desde hace tiempo: que la alineación estratégica de Pekín con Moscú es más profunda de lo que le parece, y que el espacio para un verdadero acercamiento entre la UE y China puede estar reduciéndose rápidamente.

«Aunque China espera mejorar sus relaciones con la UE, es poco probable que corte su relación con Rusia», declaró Yang.

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(Editado por Euractiv.com e Inés Fernández-Pontes/Euractiv.es)

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