Bruselas (Euractiv.com/.es) – El Comisario europeo de Clima, Wopke Hoekstra, considera que la Unión Europea (UE) debe ser «pragmática» e «inteligente» a la hora de decidir cómo cumplir sus objetivos climáticos, aunque ello implique delegar la acción en el mundo en desarrollo y modificar leyes previamente acordadas.
La Comisión Europea propuso la semana pasada un objetivo de reducción para 20240 de las emisiones de gases de efecto invernadero del 90% por debajo de los niveles de 1990 , un año después del plazo fijado en la Ley del Clima de la UE, que compromete al bloque comunitario a alcanzar la neutralidad climática en 2050.
Hoekstra aprovechó el retraso para recabar el apoyo de los Estados miembro a ese objetivo, teniendo en cuenta que el Pacto Verde, sello distintivo de la primera legislatura de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen , empezaba a decaer.
En una entrevista con Euractiv, Hoekstra aseguró que «hay un apoyo muy fuerte a la reducción del 100% de las emisiones para 2050».
Al mismo tiempo, admitió que es «una petición muy justa de muchos Estados miembro» garantizar que las políticas climáticas estén más estrechamente vinculadas a la competitividad.
Hoekstra asegura además que en sus últimas conversaciones con varios líderes europeos y eurodiputados le han convencido de que se mantiene un «apoyo abrumador» a los «ambiciosos objetivos climáticos» de la UE.
Un resultado tangible de ello es reconocer que el objetivo climático sólo será políticamente viable si se concede a los gobiernos cierta flexibilidad, en especial la opción de «externalizar» parte de su acción climática al mundo en desarrollo.
Abiertos a los «créditos de carbono»
Por otra parte, Hoekstra asegura que siempre ha estado «abierto» a la idea de utilizar los créditos de carbono -un concepto forjado en la conferencia COP29 de la ONU celebrada el año pasado en Bakú- para monetizar la acción climática en el mundo en desarrollo.
«Sabemos cómo no hacerlo», comentó el alto funcionario, al tiempo que admitió que los anteriores sistemas de compensación se han visto empañados por acusaciones de «lavado verde».
Sólo funcionará si el sistema es «creíble, verificable y adicional», añadió.
«La humanidad ha conseguido, incluso en el camino de la acción climática, cosas mucho más complicadas que plantar árboles, o el almacenamiento de carbono (CAC), o las renovables a escala», dijo Hoekstra.
Plantar árboles y desplegar energías renovables son soluciones aceptadas, sobre todo en Europa, que carece de reservas nacionales de combustibles fósiles.
Sin embargo, la captura y almacenamiento de carbono es un tema controvertido y ha sido políticamente «aparcado» en Bruselas hasta hace poco.
La legislación de la UE en vigor exige a la industria del petróleo y el gas, partidaria desde hace tiempo de la CAC, que desarrolle conjuntamente una infraestructura -generalmente utilizando yacimientos de gas agotados- capaz de almacenar de forma permanente 50 millones de toneladas de CO2 al año a partir de 2030.
El argumento es que, sin un lugar donde almacenarlo, nadie invertirá en tecnología de captura de carbono.
Pero los agentes del sector aseguran ahora que el objetivo es inviable, por lo cual se especula con la posibilidad de que la Comisión Europea revise las normas en el marco de su campaña de «simplificación» normativa.
De no ser así, se podría ver obligada a tomar medidas contra las empresas petroleras que no cumplan el objetivo.
Neutralidad tecnológica
Hoekstra subrayó que Bruselas mantiene «un punto de vista completamente neutral» sobre las tecnologías que se utilicen.
«Estamos muy a favor de las energías renovables. También la nuclear (…) también la CAC», comentó el alto funcionario de Bruselas, al tiempo que citó un proyecto de captura de carbono en Suecia financiado por la UE con 180 millones de euros, el cual visitó recientemente.
Por otro lado, refutó las críticas según las cuales los esfuerzos de la Comisión por reducir la burocracia equivalen a una desregulación o al «desmantelamiento» del Pacto Verde.
«Estamos en una de las mayores transiciones, sin duda en el ámbito de la energía, que ha vivido la humanidad (…) tenemos un verdadero norte muy claro, y también tenemos muy claro nuestro enfoque general», subrayó el holandés.
Reconocer el coste de la transición
Por otro lado, Hoekstra admitió la gran magnitud de los costes sociales y de inversión asociados a la transición energética.
La agenda de descarbonización de la UE, que Bruselas define como una combinación de «estrategia climática, estrategia de competitividad y estrategia de independencia», tendrá un peaje económico elevado.
«No cometamos el error de confundir costes con inversiones», comentó, al tiempo que recordó los 400.000 millones de euros que la UE seguiría gastando anualmente en importar petróleo y gas «incluso si echamos a los rusos».
«Esto sólo ocurre si [existe] la previsibilidad que buscan los fondos de pensiones y otros grandes inversores», explicó.
Por otro lado, Hoekstra rechazó la idea de que modificar leyes aprobadas mediante una serie de propuestas «ómnibus» socavaría esa misma previsibilidad.
Citando el Mecanismo de Ajuste de las Emisiones de Carbono en la Frontera (CBAM) de la UE -el arancel de importación basado en la huella de carbono de determinados productos básicos-, señaló que el 90% de las empresas incluidas inicialmente han sido eliminadas de su ámbito de aplicación, mientras que el sistema sigue captando el 99% de las emisiones.
«¿Por qué las incluimos inicialmente (…) no será que nuestro diseño era, quizás, bueno pero no genial (…) qué eliges entonces?», se preguntó.
«¿Corriges el rumbo (…) o sigues chocando siempre contra el mismo muro?», concluyó.
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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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