Berlín (Euractiv.de/.es) – El canciller alemán, Friedrich Merz, se reúne este jueves en la Casa Blanca con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y lleva en la maleta, entre sus prioridades, intentar convencer al Republicano para que abandone su posición hostil con la Unión Europea (UE), entre otros asuntos candentes de la agenda.
«Está claro que a este gobierno no le importa mucho el destino de Europa», comentó el pasado mes de febrero Friedrich Merz (CDU/PPE), entonces candidato a canciller de Alemania, en referencia a la segunda Administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
A pesar de su posición distante respecto a Estados Unidos, Merz cree que puede convencer al líder Republicano para que cambie de opinión.
El líder de la CDU y ahora canciller -que hace unos años presumía de que «Donald Trump y yo nos llevaríamos muy bien«- tiene previsto visitar este jueves la Casa Blanca para su primera reunión con Trump.
Para Europa, la reunión tiene un significado especial.
La UE necesita el apoyo de Trump para obligar a Rusia a negociar -en serio- con Ucrania, pero además Bruselas necesita apoyo para esquivar los posibles nuevos aranceles de Washington a los productos europeos.
La situación de urgencia es evidente.
Merz viaja a Washington menos de un mes después de asumir el cargo, mucho antes que cualquiera de sus predecesores.
El resultado del encuentro dependerá, en gran medida, de hasta dónde es capaz Merz de moderar su actitud fría y distante con Estados Unidos.
En los últimos meses ha reaccionado de manera airada tanto al trato de Trump al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, como a lo que consideraba una injerencia estadounidense en los asuntos alemanes.
«Me gustaría animar y exhortar al Gobierno estadounidense a que deje la política interna alemana a Alemania», comentó el mes pasado después de que miembros del gabinete de Trump criticaran la decisión de la inteligencia alemana de clasificar al partido ultra Alternativa para Alemania (AfD) de «extremista», ahora temporalmente en suspenso.
A pesar de los ingentes esfuerzos de Alemania por acercarse a los aliados más estrechos de Trump, altos cargos de Berlín no se hacen ilusiones de que caerle bien al presidente sea lo más importante en última instancia para abrirse camino en la Casa Blanca.
«Espero que se produzcan avances sustanciales en el fortalecimiento de la relación transatlántica», comentó Jürgen Hardt, diputado de la CDU y responsable de asuntos exteriores del partido. «Eso incluye, en especial, desactivar la guerra arancelaria y comercial», agregó.
La relación con Zelenski
Pero también hay cierto riesgo de que Trump ponga a Merz en aprietos, como hizo el Republicano con Zelenski en el Despacho Oval, ante los ojos de medio mundo.
Aunque Trump no ha criticado abiertamente (aún) a Merz, Alemania ha sido uno de sus objetivos favoritos desde su primer mandato.
Por otra parte, los aliados ultra de Trump (entre ellos el magnate Elon Musk) han respaldado sin fisuras a los archienemigos políticos de Merz: la AfD, segunda fuerza política en Alemania.
«El tono es más duro de lo que ha sido en mucho tiempo», aseguró el martes de esta semana el ministro alemán de Exteriores, Johann Wadephul, acerca de la relación transatlántica.
Sin embargo, según el portavoz de Merz, el canciller «aguarda el encuentro (con Trump) con gran serenidad (…)».
El canciller, que fue varios años presidente en Alemania del gigante financiero estadounidense BlackRock, se enorgullece de su experiencia con la cultura empresarial estadounidense.
Por otro lado, Merz – que se considera un convencido de la importancia de la relación «transatlántica»- ha visitado Estados Unidos más de 170 veces.
Cuando el tabloide alemán Bild le preguntó en abril cómo abordaría su encuentro con Trump, Merz aseguró que su experiencia le ha enseñado «cómo se habla en Estados Unidos para ir al grano» en los temas candentes.
En anteriores ocasiones Merz se ha mostrado convencido de que llegará a un «acuerdo» con Trump. El democristiano apuesta por un acuerdo comercial sin aranceles, que también planteó a Trump en su primera conversación telefónica con el presidente, tras asumir su cargo de canciller.
Sin embargo, quizás las esperanzas de Merz no sean muy sean realistas.
Su política exterior no ha cumplido -hasta la fecha- las elevadas expectativas que se fijó cuando estaba en la oposición, e incluso a veces ha conseguido exactamente lo contrario de lo que prometió.
Su promesa de suministrar a Ucrania misiles alemanes de largo alcance Taurus parece haber quedado guardada en un cajón.
Y su compromiso de apoyo sin fisuras a Israel se ha transformado en duras críticas a las últimas operaciones de Tel Aviv en la Franja de Gaza.
Berlín ha anunciado además que está revisando la política alemana de exportación de armas a Israel.
Regalos para Trump
Aunque el viaje de Merz a Washington genera cierto nerviosismo en Berlín, los escasos comentarios de Trump sobre el canciller ayudan a quitar hierro al encuentro.
Trump se atribuyó una parte del mérito por la victoria de Merz en los comicios de febrero.
Escribió en Truth Social: «EL PUEBLO DE ALEMANIA SE CANSÓ DE LA AGENDA SIN SENTIDO COMÚN, ESPECIALMENTE EN ENERGÍA E INMIGRACIÓN».
Hasta la fecha, los escasos cruces de comentarios entre Washington y Berlín han sido benévolos (para los estándares de Trump).
Al parecer, a Trump le gustó el “acento alemán” del inglés de Merz, y expresó su satisfacción tras su primera conversación bilateral.
Los aliados de Merz consideran una señal prometedora que el canciller fuera invitado a alojarse en la casa de huéspedes oficial del presidente estadounidense en Washington el miércoles por la noche, que Hardt calificó de «honor especial» reservado sólo a visitantes selectos.
Los líderes mundiales comparten constantemente estrategias para afinar su relación con Trump.
Merz se reunió la semana pasada con el presidente finlandés, Alexander Stubb, un golfista semiprofesional quien logró impresionar al Republicano jugando juntos en el complejo de Trump en Florida.
Aunque es un apasionado jugador de golf, Merz no tiene previsto compartir jugadas con Trump, aunque le lleva regalos.
El gobierno alemán se ha negado hasta ahora a revelar de qué se trata, pero se dice que no será un avión de lujo.
La principal orientación es sencilla: «Es importante que no hables demasiado tiempo y también que le dejes hablar a él», comentó Merz a la emisora pública alemana WDR.
Si todo lo demás falla, Merz siempre puede contar con su comodín: Angela Merkel.
Tanto Trump como Merz, cada uno por sus propios motivos, llegaron a detestar a la ex canciller alemana (también de la CDU).
Aunque hace años que dejó el cargo, Merkel puede convertirse en un inusual “pegamento” entre Trump y Merz.
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(Editado por BTS/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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