Berlín (Euractiv.de/.es) – En la industria automovilística alemana se ha desatado una dura batalla entre fabricantes y proveedores sobre la conveniencia y el modo de salvar el motor de combustión interna.
El grupo de presión del sector, VDA, publicó la semana pasada un plan de diez puntos que parece una receta perfecta para prolongar la producción de coches con motor de combustión.
En ese documento se insta a la reducción de la norma de cero emisiones de CO2 para los coches nuevos en 2035 (lo que en la práctica constituye una prohibición) a una reducción del 90% de las emisiones, junto con una serie de fases y exenciones aplazadas.
Euractiv-Berlín ha preguntado a varios actores clave del sector automovilístico alemán y ha descubierto que ni siquiera todos los miembros de la VDA apoyan incondicionalmente el plan ni están dispuestos a adoptar una postura pública a favor.
Los principales proveedores de la industria automovilística alemana (entre ellos Bosch, ZF, Schaeffler y Mahle) apoyan la propuesta.
Otros, entre ellos el fabricante de baterías Exide, la empresa de semiconductores Infineon y el fabricante de neumáticos Continental, declinaron hacer comentarios.
Por su parte, los tres grandes fabricantes alemanes de automóviles (BMW, Mercedes-Benz y Volkswagen) siguen mostrando cautela a la hora de respaldar abiertamente los esfuerzos para retrasar o limitar la retirada del motor de combustión.
BMW, el único que sigue decidido a mantener los coches de combustible en su cartera en los próximos años, acogió con satisfacción el documento de la VDA y lo calificó de «fuerte señal estratégica que identifica claramente los campos políticos de acción».
Mercedes-Benz y Volkswagen, sin embargo, subrayaron su compromiso con la movilidad eléctrica.
Sus respuestas no significan un total respaldo al plan, por el contrario piden «un debate sobre el camino hacia la descarbonización en la UE que refleje la realidad» y «una revisión periódica y una adaptación realista a la evolución del mercado», respectivamente.
Fuentes conocedoras de la empresa informaron a Euractiv que Volkswagen no es partidaria de retrasar el objetivo de 2035 de emisiones netas cero.
Despejar los problemas financieros
Dada la falta de apoyo explícito de todos sus miembros, el objetivo de VDA parece diferir del punto de vista de la industria del automóvil por la competencia en el mercado y su posición pública sobre la acción climática. Un ejemplo es su respaldo al uso de combustibles sintéticos bajos en carbono.
«Las emisiones de CO2 restantes se compensarán con objetivos más ambiciosos en cuanto a la proporción de combustibles renovables en la RED», aseguraron fuentes de la VDA al tiempo que pidieron que una nueva categoría de modelos híbridos enchufables (PHEV) sea registrada como de cero emisiones «independientemente del combustible» con el que funcionen.
«En otras palabras, un ‘free-ride’ (paseo) para aquellos clientes a los que no les importa el precio», comentó Peter Mock, director gerente del Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT) de Alemania, en referencia al elevado coste de producir combustibles de hidrocarburos sintéticos utilizando electricidad.
Los expertos llevan tiempo preguntándose si los costes de producción de los llamados e-combustibles (sostenibles) se pueden reducir lo suficiente como para que sean viables para un uso generalizado en el transporte por carretera, y los ecologistas sostienen que esos combustibles se deberían reservar a sectores como la aviación, donde no existen alternativas bajas en carbono.
Economías de escala mundial
Aunque la inquietud por los elevados precios de compra y la falta de infraestructuras de recarga han hecho dudar durante mucho tiempo a los consumidores alemanes a la hora de pasarse a los vehículos eléctricos, se han producido importantes avances tecnológicos en ambos ámbitos.
Los programas de descuentos y la competencia en el mercado han reducido el sobreprecio de los vehículos eléctricos a sólo 3.655 euros de media, según los investigadores del Instituto CAR. Un nuevo programa de subvenciones estatales con desgravaciones fiscales del 75% para los vehículos eléctricos de batería (BEV) debería cerrar cómodamente esa brecha.
Además de los viajes de larga distancia por el continente, que representan solo una pequeña parte de todos los desplazamientos en coche privado, la «ansiedad por la autonomía» (en el radio máximo de alcance) es ahora un problema menor que hace tres años.
Aunque puede que los europeos tarden algún tiempo en adaptarse a las nuevas condiciones del mercado y se animen a optar por nuevos coches totalmente eléctricos mientras Alemania lucha por recuperarse de años de estancamiento, los fabricantes de la UE ya han ajustado la producción a las necesidades de sus dos mayores mercados exteriores: China y Estados Unidos.
«Mientras tanto, el resto del mundo se está pasando a (la movilidad) eléctrica a pesar de todo», asegura Julia Poliscanova, de la ONG Transport & Environment (T&E).
Por otra parte, Poliscanova advierte de que permitir que el mercado nacional siga apostando por los motores de combustión durante más tiempo podría perjudicar gravemente la capacidad de la industria para seguir siendo competitiva a escala mundial.
Medio año de emisiones extra
En ese sentido, T&E calcula que incorporar las propuestas de la industria alemana podría reducir la adopción del vehículo eléctrico en la UE de un 100% previsto a tan sólo un 44% en 2035.
Eso, advirtió el grupo, podría provocar hasta 1,4 gigatoneladas de emisiones adicionales de CO₂ entre 2030 y 2050.
Para situar esa cifra en su contexto, las emisiones de todo el transporte por carretera de la UE fueron de 0,76 gigatoneladas en 2022, según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente.
Así pues, el «plan de 10 puntos» parece contradecir aspectos clave de la política de la UE en materia de competitividad y descarbonización, y existen dudas sobre si ganaría adeptos en otros grandes países fabricantes de automóviles, entre ellos Francia o Italia.
«No creo que los fabricantes franceses e italianos estén de acuerdo con la propuesta de la VDA», asegura Mock, quien también es escéptico ante la posibilidad de que la Comisión Europea adopte las recomendaciones.
Sin embargo, tras meses de presión, Bruselas ha dado su beneplácito a una industria en graves apuros al suavizar el plazo para cumplir unas normas de emisiones más estrictas este año. Algunos observadores creen que habrá nuevas concesiones.
«Dales un dedo y te cogerán toda la mano», remacha Poliscanova.
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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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