Bruselas (Euractiv.com/.es) – El pacto de defensa que la Unión Europea (UE) y Reino Unido tienen previsto firmar el próximo lunes en Londres reforzará la nueva estrategia del bloque comunitario en medio de las fuertes turbulencias geopolíticas globales.
El primer ministro británico, Keir Starmer, quiere pulsar el botón de «reset» en la relación con la UE. Durante su campaña electoral del pasado verano, situó la firma de un pacto de defensa y seguridad en el centro de sus prioridades.
Para la UE no es nada nuevo. Tiene una larga lista de pactos similares con países terceros, entre ellos Japón, Corea del Sur y Moldavia.
En ellos se plasma el interés por realizar maniobras militares conjuntas, facilitan el diálogo sobre ciberseguridad y se reflejan otras promesas generales que ambas partes pueden cumplir sin problemas.
Pero, desde luego, no conceden –automáticamente- a esos países carta blanca para acceder al nuevo megafondo de defensa de la UE, el objetivo final declarado de Reino Unido.
La asociación con el Reino Unido -si se firma el lunes– será sólo un primer paso para conceder a las empresas británicas acceso a la adquisición conjunta de armamento, en un proceso liderado por la UE…siempre que Londres esté dispuesto a pagar.
No obstante, simboliza algo más: representa la toma de conciencia por parte del Reino Unido de que la UE es un actor clave en la configuración de la defensa europea tras la anunciada retirada gradual del “paraguas protector” de Estados Unidos.
Cinco años después de la primera propuesta de la UE
En muchos sentidos, el pacto del lunes replica las líneas generales de un acuerdo de seguridad que la UE propuso al Reino Unido en 2019, cuando el regateo sobre los términos comerciales y de cooperación tras el Brexit estaban en su punto álgido.
En ese entonces, la divergencia centraba el objetivo de Londres.
«Algunos en Reino Unido aseguraron que el Brexit nos daba la oportunidad de tener una política exterior diferente en Europa, en lugar de estar siempre alineados con Francia y Alemania, pero ya nadie dice eso», comenta Ian Bond, subdirector del grupo de reflexión Centro para la Reforma Europea.
El acuerdo nunca se llegó a firmar.
En su lugar, Reino Unido decidió que su participación en las misiones y operaciones de la UE en el extranjero sería puntual, y los fabricantes de armas británicos quedaron al margen de las políticas industriales de defensa del bloque, que entonces sólo se centraban en impulsar la innovación.
Durante años, la falta de compromiso político en temas de seguridad entre la UE y el Reino Unido hizo que la relación fuera superficial, en comparación con otras alianzas de la UE con terceros países.
Pero tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero, ambas partes asumieron compromisos de gasto en defensa y se renovó la voluntad política de profundizar en la relación.
Un “pacto sagrado”
Desde que Bruselas y la UE dejaron clara su voluntad de invertir cientos de miles de millones en la producción de armamento en Europa, Reino Unido no quiere quedarse fuera.
Al igual que con Noruega, la UE podría permitir a las empresas británicas acceder a su plan de préstamos de 150.000 millones de euros para comprar armas, a cambio de una contribución financiera. Para ello habría que negociar otro acuerdo tras el pacto del lunes.
Reino Unido tiene una potente industria de defensa y aeroespacial, por lo cual será difícil que la UE ignore a Londres, comenta Bond.
El país es sede de Rolls Royce, mundialmente conocida por la fabricación de reactores y turbinas de aviación, del fabricante aeronáutico BAE Systems y alberga filiales de los grandes multinacionales europeas de defensa MBDA, Leonardo, Airbus y Thales.
Los gobiernos de la UE podrían necesitar su ayuda para cumplir con los ambiciosos objetivos de rearme del bloque comunitario.
«La OTAN realiza una labor limitada en el terreno industrial de defensa y en la cooperación de la industria de defensa, pero si el ejecutivo de la UE incentiva la cooperación en esos ámbitos, tiene lógica que el Reino Unido intente participar en ella en la medida de lo posible», comenta Bond.
También es lógico que la UE se apoye en el poder militar de su vecino más próximo y antiguo miembro.
Reino Unido fue uno de los primeros ejércitos en entrenar a los soldados ucranianos tras la invasión rusa, y Starmer ha encabezado los esfuerzos para intentar formar un contingente europeo de mantenimiento de la paz en Ucrania tras un futuro alto el fuego, junto con el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Por otra parte, Londres ha asumido recientemente la presidencia del foro de Ramstein, junto con Alemania, en el cual los aliados de Ucrania coordinan su apoyo militar a Kiev.
En todo caso, el acuerdo del próximo lunes sentará las bases para una cooperación más estrecha.
Está previsto que plasme el interés de Londres en sumarse de manera regular a las misiones y operaciones de la UE, entre otros puntos.
No obstante, el acuerdo no resolverá por arte de magia las cuestiones más espinosas de la relación en cooperación de defensa.
En 2022 Reino Unido solicitó incorporarse a un programa de movilidad militar dirigido por la UE, pero sigue a la espera de una respuesta.
El claro apoyo al acuerdo en ambas partes tampoco cambiará el hecho de que la posición de la UE en las negociaciones post-Brexit está marcada por las 27 capitales, y cualquiera de ellas puede retirar su inicial respaldo.
España ha dejado claro que una cooperación más estrecha con Reino Unido está vinculada a llegar a un acuerdo en las tensas negociaciones a cuatro bandas sobre el futuro de Gibraltar.
El lunes, sin embargo, esos asuntos pasarán –de momento- a un segundo plano.
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(Editado por Owen Morgan/Eurativ.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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