Londres (Euractiv.com/.es) – Los tres acuerdos anunciados este lunes en Londres por la Unión Europea (UE) y Reino Unido equivalen a una dorada lista de tareas pendientes. Pero la cumbre de «restablecimiento» de relaciones del primer ministro británico, Keir Starmer, y la UE ha tenido que ver mas con el simbolismo que con el pescado o la agricultura.
Ninguno de los preacuerdos anunciados hoy hará que la otrora regente Britannia vuelva a subir por la rampa económica por la que se desliza, plagada de problemas.
Ni otra declaración de solidaridad europea en materia de defensa hará que Vladimir Putin pierda el sueño. Pero nadie que siga atento a la relación post-Brexit esperaba tales milagros.
Entonces, ¿qué motivos tenían Ursula von der Leyen y el premier laborista para estar tan exultantes a la salida de Lancaster House?
En primer lugar, el programa de futuras negociaciones comerciales es sensato y, por tanto, indicativo de que se ha pasado página.
El compromiso de vincular los regímenes de comercio de derechos de emisión anuncia el fin de la búsqueda británica de la divergencia normativa, por el bien de la divergencia.
La armonización de las normas agroalimentarias significa que Reino Unido cruza el Rubicón de la toma de decisiones por parte de Bruselas y sus tribunales.
Ambos han sido muy tóxicos para avanzar. Starmer tiene el mérito de haber enviado ambas a la papelera de Downing Street.
También es revelador el cauteloso optimismo de los funcionarios de la UE que, por los viejos tiempos, volvieron a debatir y redactar este reajuste de la noche a la mañana hasta el último momento.
Les esperan asuntos aún más espinosos, algunos de los cuales llevan casi una década sobre la mesa.
El próximo «reajuste» debería incluir probablemente al personal responsable de negociar. El veterano jefe del equipo de la Comisión Europea para el acuerdo comercial se ha marchado.
Más caras nuevas, menos cansadas de las pasadas transgresiones británicas y menos repulsivas por los sándwiches que se sirven para comer día tras día en el «túnel» de la negociación, deberían aportar un nuevo impulso, incluso buena voluntad.
Por supuesto, la buena voluntad vendrá principalmente de tener un interlocutor más honesto en Londres. El impopular gobierno de Starmer se ha pasado gran parte de este mes publicitando, de manera exagerada, acuerdos comerciales de escaso calado, con pactos con Estados Unidos e India acompañados de cambios bruscos.
El sábado decepcionó a los diplomáticos de la UE con su prematuro anuncio de un acuerdo bien negociado.
Pero tras la pompa y las fotos, la fachada ceremonial no podía ocultar la realidad de lo tensas que han sido las relaciones con la UE.
El «reajuste» (o «reseteo») apenas «empieza a frenar ese declive», según comento este lunes el ministro británico de Asuntos Exteriores, David Lammy, a un reducido grupo de periodistas extranjeros, entre ellos Euractiv, tras la cumbre.
Quizá los laboristas teman una reacción del acérrimo anti-UE Nigel Farage si cortejan a Bruselas con demasiado entusiasmo.
O quizás se han dado cuenta de que reparar los lazos rotos por una decisión (el Brexit) que se tomó una vez, podría consumir el esfuerzo de una generación entera.
Dada la actitud política de Starmer , lo más probable es lo primero.
Pero si es lo segundo, los tres trozos de papel aprobados este lunes podrían valer mucho más de lo que su escasez sugiere.
(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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