Bruselas/Praga (Euractiv.com/.es) – La sequía y las precipitaciones irregulares que afectan a gran parte de Europa Central han disparado los temores a que se pueda perder gran parte de las cosechas de esta primavera.
Los últimos informes de los expertos de la Unión Europea (UE) y de las autoridades alemanas encargadas de vigilar el clima muestran una tendencia ya conocida de condiciones meteorológicas extremas.
Sin embargo, este año parece diferente: Alemania podría enfrentarse a su peor sequía desde 1931, según ha advertido el Servicio Meteorológico Alemán (DWD). Los niveles de humedad del suelo son más bajos que durante la devastadora sequía de 2018, y las previsiones son inciertas.
El hecho constatable es que las condiciones meteorológicas tienen ahora mayor peso en la siembra y la cosecha.
«El factor decisivo serán las condiciones que tengamos durante la temporada de crecimiento, que comienza en mayo», explica a Euractiv Stefan Siebert, profesor de agronomía de la Universidad de Göttingen.
Entre febrero y mediados de abril, sólo llovió una media de 40 litros por metro cuadrado, un 68% menos que la media a largo plazo, según el DWD.
En Alemania, que representa el 15% de la producción de cereales de la UE, la extensión de la capa superficial del suelo afectada por la pertinaz sequía se ha ampliado en los últimos quince días y ahora cubre amplias zonas del país.
Según el monitor de sequía del Centro Helmholtz de Investigación Medioambiental, con sede en Leipzig, la mayoría de las regiones están clasificadas como «anormalmente secas» .
El reto de la adaptación
Mientras que los cultivos de invierno sembrados en otoño tienen raíces profundas que aún pueden acceder al agua, «los mayores problemas los tendrán probablemente los cultivos sembrados en primavera: leguminosas de grano, cereales de primavera y maíz», advierte Siebert, especialmente si la humedad para la germinación sigue siendo insuficiente, agrega.
Por su parte, la Asociación Alemana de Agricultores (DBV) explicó a Euractiv que, para intentar dar respuesta a esta situación, los agricultores se han adaptado a métodos de cultivo que ahorran agua, entre ellos la siembra directa y la cubierta vegetal.
También se están ensayando otros cultivos, entre ellos los garbanzos, que toleran periodos de sequía más largos.
Las lluvias recientes han aliviado temporalmente la situación y han evitado daños inmediatos en muchas regiones.
Sin embargo, los cultivos de colza parecen poco desarrollados, comenta Claas Nendel, experto del Centro Leibniz de Investigación del Paisaje Agrícola (ZALF), al tiempo que señala que los cereales de invierno no parecen muy afectados.
Las predicciones concretas para la cosecha de 2025 son todavía inciertas, subraya el DBV.
«Es crucial que llueva lo suficiente durante la fase de llenado de los granos a principios de verano», señalan.
Una cepa europea
Alemania no está sola en esta crisis.
Según el último informe de seguimiento de la UE, publicado la semana pasada, las perspectivas se mantienen positivas en Europa para la mayoría de los cultivos. Pero la preocupación por la sequía se extiende a los graneros de Europa Central y Oriental.
En Polonia, que representa el 13% de todos los cereales cosechados en 2024 en la UE, los expertos ven «motivos para cierto grado de preocupación».
Esta primavera, las precipitaciones han disminuido considerablemente y las temperaturas han superado la media, lo cual ha dejado los lechos de los ríos y los suelos resecos.
Amplias zonas de Europa Central y Oriental se enfrentan este verano a un paisaje árido, si no mejora la situación.
Para esas regiones, las previsiones de la agencia meteorológica alemana DWD apuntan a precipitaciones de una media trimestral de 10 litros por metro cúbico en el mejor de los casos entre mayo y julio.
«Europa central y oriental, con su clima continental, siempre ha tenido veranos más calurosos y secos, y los cultivos dependen cada vez más de que las reservas de humedad del suelo se repongan durante el invierno», explica Nendel.
¿Una nueva normalidad?
Los expertos advierten de que estos patrones no son hechos aislados.
«Asistiremos a más fenómenos extremos y a una distribución de las precipitaciones menos favorable para la agricultura», subraya Siebert.
Los suelos arenosos del noreste de Alemania y Baviera son motivo de preocupación para los cultivos de primavera si la sequía continúa, pero aunque mayo aporte las lluvias necesarias será inevitable planificar un cambio estructural a más largo plazo.
La gestión más eficiente de los recursos hídricos y la obtención de variedades de cultivos más resistentes -utilizando potencialmente nuevas técnicas de modificación genética- serán cruciales, según el DBV.
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(Editado por ADM/AW/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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